En esta artista viven tres mujeres: 1) Mónica Cáldiz: la rockera provocativa que se ganó un lugar en la escena del incipiente rock litoraleño de los '70 con su voz, su belleza, su vestuario y sus puestas en escena; 2) Mónica Express: la santafesina que cantó rock con acento europeo en la TV española; 3) Mónica Bono: la mano que escribe literatura y la voz que interpreta tangos, boleros o góspel (entre otros estilos musicales) en Pinamar. Aprovechamos que cumple 50 años con la música para hacer con ella un repaso por su inquieta biografía artística que nace en La Ciudad Cordial.
¿Cómo se gesta tu vínculo con la música?
Respiré melodías desde que tengo memoria. La ópera, lo clásico, el jazz, folclore o la música popular, eran algo cotidiano en mi casa. Si cierro los ojos, puedo ver claramente mi inclinación por las tablas ya en mis primeras experiencias escolares. Con apenas ocho años, me eligieron para cantar Las Espigadoras de la zarzuela "La Rosa del Azafrán". Junto a mi vestuario y desparpajo, salí a ocupar un espacio, pero ni la vergüenza o el miedo me acompañaban. De allí a la adolescencia solo me separó un paso y la ilusión y los sueños, se instalaron de manera definitiva en mí.
¿Cómo fue tu debut en los escenarios del rock santafesino de los '70?
La posibilidad de pisar un escenario se hizo realidad a mis diecinueve años; fue un 17 de agosto de 1971. Mi determinación para compartirlo codo a codo con compañeros del sexo opuesto, que marcaban nítidamente la diferencia, me impulsó a ser pionera en todo. Desde el vestuario que era llamativamente provocador o el maquillaje intencionalmente acentuado a la usanza hippie que aún destilaba resabios en el comienzo de los setenta. Nacía el grupo "Blossom" (Florecimiento) con una primera formación encabezada por Julio Segovia, Juan Carlos Sarla, Hugo Mena. Más tarde: Raúl García, Jorge Carranza e infinidad de amigos que se iban sumando como Carlos Mérida o Luis Rocco en algunos recitales. Terminábamos así siendo una banda de ocho o nueve personas disfrutando de hacer música, de romper esquemas y desatar toda la fuerza del rock. Después, siguió un corto periodo acústico con el inolvidable y querido Miguel Bertolino y Rubén Tucci.
¿Cómo se da tu paso del rock al mundo de la música para niños con "Los Mamelli"?
Mi primera fase como cantante fue un ciclo intenso, de aprendizaje y fogueo que me aportó experiencia. De allí pasé a mi etapa como solista en café concert y al espectáculo para niños, todo de la mano de Hugo Maggi. Surgen por ese entonces Los Mamelli y comienza la historia de una troupe, que se instalaría durante años en la preferencia de chicos y grandes. Surge la oportunidad, junto a Paco Hase y Raúl Farías, de ser los primeros en protagonizar una historia de música y humor tan sanos, que seguramente muchos aún recuerdan (y aquí debo confesar mi amor por ese caballo de cartón piedra, de color naranja y con ojos soñadores, llamado Federico, que derretía el corazón de los espectadores).
¿Cómo surge tu plan para continuar tu carrera artística en Europa?
Con un puñado de pesetas que con sacrificio me ayudó a reunir mi madre, muchas ganas de alcanzar un objetivo y llevando apenas un contacto, para no ir a ciegas, hice una primera prueba en el viejo mundo. Lo que no imaginaba, era que ese contacto, esa persona a cuyo grupo me había incorporado, quien me había impactado por los premios obtenidos con sus canciones en Eurovision, ya estaba en el franco declive de su carrera. El "no" que conseguimos fue rotundo. Pero yo no estaba dispuesta a ser derrotada, por lo que reuniendo mis temores, mis ganas y el material recopilado después de tres años de aprendizaje por diferentes estilos, me atreví a pedir una segunda oportunidad. En esta ocasión, sin contactos; fue mi primer triunfo personal ya que me pidieron cantar en crudo, sin ensayo, con un grupo desconocido que estaba actuando en un lugar: ¡En sólo cinco minutos, debí ponerme de acuerdo sin dilaciones! Recuerdo que era un tema que estaba de moda a un lado y al otro del extenso océano. El dueño del local escuchó, sin hacer el más leve gesto que denotara lo que estaba pensando de mi interpretación. Sin embargo, quedó encantado y me ofreció trabajo. Ya podía respirar con tranquilidad. De allí en más, se multiplicaron las actuaciones. Comenzaron las grabaciones de coros para figuras muy conocidas de entonces; entre ellos: Miguel Ríos con quien grabé un álbum entero llamado "Memorias de un ser humano" y en el reverso de su tapa aún se puede encontrar mi nombre entre las coreutas.
¿Cómo nace Mónica Express?
Se materializó la posibilidad de hacer un disco propio con la llegada de un productor y fue el comienzo de un nuevo personaje allende los mares: Mónica Express (nombre que fue elegido por la discográfica para imprimirle potencia a mi llegada al rock en español). Las apariciones en TVE, en revistas y periódicos, me insertaron en un mundo nuevo en el que comencé pisando fuerte, con un futuro promisorio. Durante más de un año y medio, mis expectativas y todo aquello que me llevó lejos de la ciudad de mis comienzos empezaron a concretarse. Pero yo aún seguía trabajando con un grupo, en el que había conocido a un extraordinario cantante, y del cual me enamoré. Después, esa situación se interpuso en el camino hacia mi meta y al poco tiempo dejé de lado mis aspiraciones y prioricé mi familia. Fueron varios años alejada de los focos, de la adrenalina que producen el aplauso y la estridencia del sonido.
¿Cómo se da esa metamorfosis de Mónica Express a Mónica Bono?
Mi marido, a quien alenté para que siguiera con su vocación, cantaba con el nombre artístico Santi Bono. Yo me encargaba de hacer los coros en sus grabaciones, y todo el mundo comenzó a llamarme así. Luego el destino me jugó la peor mala pasada al arrancarlo de mi vida de forma prematura, con apenas treinta y dos años, en un accidente automovilístico cuando su carrera comenzaba a despegar visiblemente. En ese momento, decidí volver con mi hijo a mis orígenes -a mi vieja ciudad natal- donde empecé a transitar el camino de la música nuevamente, que seguía siendo mi primer amor.
¿Cómo te recibió Santa Fe después de tu aventura española?
En Santa Fe, tuve la fortuna de encontrar una cantera de músicos excelentes; junto a ellos -Nenucha Ruglio y Alejandro Gandolla- armamos un grupo con el que pude dar a conocer mi nuevo nombre y a desarrollar una etapa diferente. Luego, me llegó el momento de cantar en solitario, siempre respaldada por estos músicos increíbles con los que crecí artísticamente y disfruté momentos inolvidables: Pedro Casís, Víctor Malvicino, Charly Avvedutto, Rubén Carughi, Miguel de Martini, Mariano Ferrando, Miguel Sabas, Armando Grazzini, el Turco Deb y otros que no dudaron en participar como invitados en muchas actuaciones. A ellos les debo el haber conseguido un espacio propio entre las preferencias del público que, por cierto, me acompañó siempre. El Grupo del Sur, la Jazz Ensamble, la Banda Municipal y la Orquesta Sinfónica bajo la batuta de Jorge Chiappero Favre han sido mis soportes y mis maestros durante años. También pasé por la comedia musical, reincidí en el espectáculo para niños, e integré durante un año un coro de Gospel en Buenos Aires.
¿Cómo se da tu desembarco en el mundo de la literatura en tu actual residencia (Pinamar)?
Encontré tiempo para volcarme a las letras, al integrarme a una Peña de Escritores, participando en la edición de cuatro libros en los que colaboré con algunos cuentos y poesías. Este año siento el orgullo de haber alcanzado mis Bodas de Oro en el mundo del canto. Y si tengo la fortuna de poder continuar ofreciéndoles mi trabajo con dignidad, no duden de que allí estaré. Pero el día que considere que mi voz ya no está en condiciones, y que podría defraudarlos, me retiraré y se apagarán los reflectores, definitivamente.