Martín Redrado dijo en el capítulo santafesino de la conferencia industrial de la UIA, que el FMI "tiene un enfoque de ajuste cambiario y fiscal típico, que es una medida que puede servir para cualquier país, pero cada uno es distinto y hacer política económica es entender la idiosincrasia de cada país". También advirtió: “hay pocos dólares y muchos pesos, vamos a tener algunos pozos de aire”
Después de perder 1200 millones de dólares en reservas en noviembre y a pesar de la baja de la brecha cambiaria -que sigue en 86%- las luces de alerta en el tablero de Martín Guzmán siguen encendidas, mientras en Washington esperan señales que no llegan.
La decisión de Cristina de re-modificar la fórmula de actualización de haberes es una señal buena (menos peor) para los jubilados. Pero tal vez ayuda a explicar por qué Gerry Rice, el vocero del FMI, dijo que no hay fecha para analizar el caso argentino en el directorio de la entidad. Y no la hay porque no tienen sobre la mesa ese plan propio que señala Redrado.
Por estas horas viajan a Washington el secretario de Finanzas, Diego Bastourre, el subsecretario de Financiamiento, Ramiro Tosi, y el subsecretario de Servicios Financieros, Mariano Sardi. ¿Qué números le llevan al FMI?
La sintonía fina de Cristina sobre el ajuste en las jubilaciones cambia las cuentas, pero sobre todo pone en dudas la capacidad política del presidente de sostener medidas poco populares. A la vicepresidenta le llevó un día voltear una fórmula que a los expertos de la Casa Rosada les tomó 9 meses de diseño y que la camporista María Fernánda Raverta -al frente de la Anses- defendió contra viento, marea y evidencia.
Un informe de Gustavo Reyes para el Ieral-Fundación Mediterránea, ensayó que para evitar inestabilidad (aquello de pocos dólares y muchos pesos) , “sería necesario que el Tesoro Nacional realice un mayor ajuste en sus cuentas fiscales o, alternativamente, avance hacia mayores posibilidades de financiamiento en el mercado o con organismos internacionales”.
Pedir plata al FMI sería un oxímoron populista y, como queda dicho, no es inminente. Mientras no se demuestre lo contrario.
En las cuentas de Reyes, haría falta que se redujera el déficit fiscal primario a niveles cercanos al 3% del PIB para que la tasa de inflación quede en un rango entre 45% - 50% anual, “compatible con mantener prácticamente constante el stock de Pasivos Remunerados del Central, que pasaría del 42% de los depósitos en 2020 al 43% en 2021”.
Eso significaría más Leliq y tasas más altas , exactamente lo contrario de lo prometido por Fernández, cuando aseguró que aumentaría 20% los haberes a cambio de dejar de pagar las tasas de interés de las Leliq.
¿Existe una recuperación de la economía como alegan desde el gobierno?. Puede que el Frente de Todos pueda encontrar sus propios brotes verdes, pero tendrá que buscarlos en la economía informal o en nichos como la producción de maquinaria agrícola (otra vez el maldito yuyo). Porque la recaudación sobre el consumo interno (Iva, impuesto al cheque, combustibles) crece mes a mes, pero pierde 3,2 % interanual contra la inflación.
Días atrás el ministro de Economía prometió que las tarifas acompañarán a la inflación, aunque los surtidores no lo vienen a confirmar. También dijo que se recuperarán los salarios, algo que tampoco es compatible con la realidad de empresas privadas que ya no tendrán ATP, ni con un Estado quebrado, que cobra cada vez más impuestos.
Todo en una economía que baja no menos del 11 % este año y recuperaría -con viento de cola, sin virus y respaldo del FMI- un 5,5% en 2021.