Este 2020 no será uno más para nadie en el mundo. Primero por la pandemia por Covid-19, todavía vigente. Y luego, desde el pasado 25 de noviembre, por el fallecimiento de Diego Armando Maradona.
Este 2020 no será uno más para nadie en el mundo. Primero por la pandemia por Covid-19, todavía vigente. Y luego, desde el pasado 25 de noviembre, por el fallecimiento de Diego Armando Maradona.
La trascendencia de la muerte del astro mundial, incluso, opacó al coronavirus. Los homenajes, que todavía suceden en todo el planeta, son innumerables y de todo tipo.
Y justamente uno de los cultos ofrecidos, fue el que desencadenó en la semana más convulsionada del rugby argentino en general, y de Los Pumas en particular.
Esta claro que Diego Maradona merece un homenaje para siempre, de por vida. Y así lo están demostrando deportistas en sus disciplinas y público en general a lo largo y a lo ancho de todo el mundo en sus redes sociales.
Pero, me pregunto, ¿era obligación hacerle un tributo a Maradona? Y en caso que si lo fuere, ¿cuál es el parámetro para medir el mejor o el peor de los homenajes?
La dirigencia, sobre todo la presente en Australia, de la Unión Argentina de Rugby (UAR) tendría que haber estado mucho más encima del reconocimiento que Los Pumas debieron hacerle a Diego en la previa del partido con los All Blacks. Mucho más en evidencia quedaron después del sentido culto hecho por los jugadores de Nueva Zelanda cuando su capitán Sam Cane estiró una camiseta negra con el 10 en la espalda y la leyenda “Maradona”. Con algo simple, se evitaba la “catarata” de problemas que la poca reacción generó.
¿Y que pasaba si Los Pumas le ganaban a los All Blacks, solo con el brazalete negro hecho con cinta aisladora y luego del partido los jugadores declaraban que fue el mejor homenaje que le pudieron hacer al 10? ¿Alguien hubiera dicho algo?
O sea, si el histórico 25 a 15 a favor del primer partido entre ambos rivales, se daba el sábado pasado, ¿hubieran sido iguales las repercusiones? Estoy seguro que no. Los argentinos somos exitistas, está en nuestra sangre. Esta semana hubiera sido otra si el resultado era positivo. Pero no fue así.
Esta situación de “no homenaje”, trajo aparejado un lunes poco habitual: en las redes sociales, empezaron tomar cada vez más trascendencia tweets xenófobos y discriminatorios. Los autores: el capitán de Los Pumas, Pablo Matera; uno de los actuales referentes, Guido Petti; y Santiago Socino.
En un primer momento había dudas respecto a si eran reales o no. Rápidamente se supo que eran ciertos y pronto, por la misma vía, llegaron las disculpas sentidas y sinceras (elijo creer) de jóvenes que cuando escribieron esos repudiables tweets tenían unos 18 años. Ojo, esa edad no invalida el pésimo gusto de los escritos, pero seguramente Matera, Petti y Socino, no piensan de esa manera ahora.
Y acá es donde otra vez entra en juego la UAR. Debía tomar “cartas en el asunto”, y lo hizo: le revocó la capitanía a Matera, y lo suspendieron junto a Petti y Socino.
¿Fue lo correcto? La verdad, no lo tengo muy en claro. Algo ejemplificador había que hacer, no se si lo que se llevó a cabo. Lo que sí creo, y está a la vista, es que la dirigencia en tres días le "soltó la mano" a los jugadores, en momentos en los cuales más los debería haber cuidado. Así y todo, la condena social y mediática ya estaba ramificada por todos lados.