Especialistas argentinos anticipan un cambio de paradigma en el uso del suelo
Los organismos que habitan y construyen los suelos son la clave para la intensificación sustentable de los sistemas agrícolas.Los resultados del primer ciclo del Sistema Chacras en Pergamino, un programa de Aapresid en colaboración con el INTA y universidades, muestra que la biología es parte relevante del sistema de producción.
D.R.
15:28
“El avance del conocimiento que alcanzó la ciencia, expande la capacidad de análisis sobre la ‘vida en el suelo’ y la proyección de la biología sobre el ecosistema”, expresó Rodolfo Gil, investigador del INTA Castelar y director académico científico del Programa Sistema Chacras de Aapresid, en convenio con el INTA.quien alentó a crear un nuevo ambiente productivo tan duradero como el medio ambiente natural.
Los microorganismos del suelo tienen múltiples funciones, algunos son promotores del crecimiento de las plantas, otros actúan como biofertilizantes, están los que pueden transformar residuos y, también, los patogénicos que afectan la salud de las plantas.
En ese marco, las bacterias y los hongos son los que se encargan de transformar y descomponer los productos químicos. El ciclo del nitrógeno, por ejemplo, se da porque determinados microbios cambian las formas orgánicas de nitrógeno al ion amonio. Gracias al avance de la biología molecular y la incorporación de nuevas herramientas, como la metagenómica, los científicos pueden entender un poco más sobre las comunidades que viven en el suelo.
“El suelo ha sido considerado como una especie de florero, en el cual crecen las plantas y son manejadas con una idea basada de fisiología de la hidroponia”, expresó Luis Wall, investigador de la Universidad Nacional de Quilmes en una entrevista realizada en el marco del XXVIII Congreso virtual de Aapresid, y agregó: “Las plantas no crecen exclusivamente por el agregado de nutrientes al suelo en forma química, sino que lo hacen porque el suelo es un sistema vivo que construye la vida de la planta”.
De acuerdo con Wall, la clave está en promover prácticas como la siembra directa y la mayor rotación entre cultivos de gramíneas y leguminosas, sumado a una reducción en el uso de insumos químicos.
“La biología del suelo es un concepto que hace referencia a la totalidad de los organismos vivos que lo habitan y que, de alguna manera, lo construyen a partir de los componentes minerales y orgánicos”, indicó Wall.
“En un suelo cultivado tradicionalmente –tecnologías de labranza y secano, uso de insumos químicos– cambia la diversidad y composición de microorganismos”, puntualizó el especialista de la Universidad de Quilmes y agregó: “Mientras que, en un suelo cultivado con métodos conservacionistas, la biología puede persistir en su diversidad y funcionamiento casi en forma completa”.
Sin embargo, “lo curioso en este punto es que, aun hoy en día, independientemente del manejo que se aplique, la biología del suelo no se monitorea ni se considera parte del proceso productivo”, puntualizó Gil.
Como respuesta a esta situación que se da en la actualidad, el proyecto de la Chacra Pergamino buscó mostrar –con datos– que la biología es parte relevante del sistema de producción agrícola. De hecho, luego de cinco años (2011-2020) de implementar un manejo positivo con intensificación y diversificación de la rotación de cultivos, el equipo liderado por Gil detectó cambios importantes en todos los niveles biológicos analizados y, en muchos casos, observó diferencias significativas entre tratamientos.
En este contexto, el trabajo consistió en intensificar las rotaciones (incluir más cultivos por año) para generar mejoras en los rendimientos totales y en el aporte del carbono al sistema; además de lograr mejoras en las eficiencias de uso del agua y nutrientes para producir más por cada unidad de recurso disponible.
“La respuesta de la fauna del suelo al cambio de intensificación por encima de la rotación típica, que ya era considerada buena práctica, refleja la sensibilidad de los organismos y su importancia como indicadores”.
Asimismo, el análisis del microbioma bacteriano permitió encontrar una respuesta novedosa en relación a un sutil cambio asociado a la intensificación y diversificación de las rotaciones, con algunos grupos que aumentan su densidad relativa en la estructura completa del microbioma, como los Bacteroidetes, y otros que disminuyen con la intensificación como las Acidobacterias.
En esta línea, “los indicadores biológicos resultaron variables más sensibles que las físicas y químicas medidas con anterioridad para diferenciar los suelos con diferente manejo”, añadió Wall.
Rotaciones
La propuesta de la Chacra Pergamino se centró en observar qué sucedía bajo el suelo con el monocultivo de soja y con una rotación típica de la zona núcleo, que incluye trigo, soja y maíz. “Tomamos el desafío y nos pusimos a estudiar los indicadores biológicos; al cuarto año (2015), medimos y nos encontramos con la sorpresa que cuanto más diversificada y más intensificada era la rotación, la biología del suelo explotaba y este comportamiento se consolidó con el paso del tiempo”, expresó Wall.
Estos resultados demuestran que “es posible y, ambientalmente amigable, ayudar a construir la biología del suelo. Y, lo más interesante, es que cuántos más microorganismos se pueden contemplar, mayor producción del cultivo en pie vas a lograr y, el sistema, va a generar una menor necesidad de usar agroquímicos”, destacó el investigador de la Universidad de Quilmes quien puso el foco en la importancia de la biología del suelo en los sistemas agrícolas de producción extensiva en siembra directa: “Tenerlo o no en consideración es una cuestión de qué modelo de trabajo se adopta”.