Una historia de violencia de género que se escribió los últimos años en la zona noroeste de la ciudad y que fue creciendo en tensión, tuvo su momento más dramático la semana pasada, que terminó con un adolescente muy lastimado, tres niños asustados y un hombre apuñalado.
Nadia tiene 32 años y es madre de cuatro hijos: un adolescente de 14 años, dos niñas de 12 y 8 y un chico de apenas 5. A fines del año pasado, ella se separó de su última pareja, un hombre de 36 años con el que convivió por aproximadamente una década. Él es el padre de los dos más pequeños.
“Siempre fue de ejercer violencia, pero no física, sino de palabra, psicológica. Hace unos tres meses me separé y desde entonces todo empeoró. En diciembre me tuve que ir de casa, para evitar problemas. Una medianoche llegó, entró a mi casa por la fuerza y se llevó varias cosas”, recordó este sábado Nadia, que vive en la cuadra de calle Larrea al 5700, en barrio Juventud del Norte.
“Nos escapamos con mis hijos -relató-. Estábamos aterrados. El 3 de diciembre, después de hacer la denuncia e ir para todos lados, conseguí una medida de distancia, para evitar que se nos acerque, pero él se reía de mí y de la policía. Me decía que nunca lo iban a agarrar. Venía y me amenazaba con armas de fuego. Una vez apareció con una botella con algún líquido y gritaba que iba a prendernos fuego”.
A pesar de todo, la mujer nunca imaginó lo que iba a desencadenarse el miércoles por la tarde. “Eran como las 19 y yo iba a hacer un mandado con mi nene que 14 y un amigo de él. Apenas salimos de casa, a unos pocos metros, veo que viene de frente en moto mi ex. Pensé que me iba a preguntar por sus hijos, pero me tiró con una madera y les quiso pegar a los chicos. Yo me metí en medio y entonces me agarró del cuello y me empezó a pegar. Mi nene lo enfrentó, pero él es chiquito de físico. Mi ex lo golpeó entero. Le pegaba la cabeza contra el cordón. Lo quería matar. Estaban los dos ensangrentados. No me di cuenta en ese momento que mi ex había sido apuñalado. Parece que fue mi hijo, pero él no se acuerda cómo o cuándo pasó”, dijo la mujer.
Para ese entonces, todo era ya un caos. “Mis hijas gritaban desde la casa para que dejara de pegarle al nene. El de 5 años se metió debajo de la cama, se tapó los oídos y lloraba. Él lo seguía golpeando al mi nene más grande y a mí también. Como pude arrastré a mi hijo hasta adentro del domicilio y cerré la puerta, pero ahí no terminó todo. Entonces, me destrozó el tapial. Me tiraba los ladrillos arriba del techo. Finalmente, me bajó la puerta a patadas. Cuando llegó el patrullero, pensé que estaba a salvo, pero él se enfrentó con los policías también. Recién lo pudieron controlar cuando llegaron los refuerzos”, señaló Nadia.
La mujer asegura que él gritaba en todo momento que la iba a matar: mientras los golpeaba, cuando se lo llevaban en el patrullero y hasta en el Hospital Cullen, donde terminó internado en grave estado.
“Tenemos miedo. Mi hijo está todo golpeado. No puede caminar bien. Le duele la columna y orina sangre. Tiene un ojo morado y cortes en el cara. Está tomando analgésicos y antiinflamatorios. Fue terrible ver cómo le pegaba”, se lamentó.
“Yo me gano la vida haciendo tareas de limpieza para un parador en la zona de la costa, pero hace días que no puedo ir. Tengo miedo de dejar solos a los chicos. Yo no tengo nadie que me ayude para mantener a mi familia, porque él no me pasó nunca un peso. Me decía que si no me alcanzaba la plata que me prostituya o que venda drogas. Me dan mucha pena mis chicos. Están aterrados. Se despiertan a la noche ante cualquier ruido. Si viene alguien a visitarnos no quieren que abra la puerta. No quieren salir.