Barrio Las Vegas de Santo Tomé es uno de los tantos lugares que por culpa de un grupo minúsculo de temerarios amigos de la inseguridad, terminan siendo juzgados por la población como un lugar peligroso. Sin embargo esta barriada del oeste de la localidad resguarda historias de trabajo, solidaridad, sacrificio y sobre todo empatía. Un ejemplo de ello se ve reflejado en lo que hace Juan Carlos Escobar, un laburante de 42 años que desde hace mucho tiempo vive junto a su esposa, Carina, en una vivienda ubicada en Pasaje Leiva entre Alberdi y Lisandro de la Torre. Juntos concibieron a Santiago, su hijo de 9 años que desde su nacimiento padece síndrome de regresión caudal, una malformación congénita poco frecuente que abarca un gran espectro de formas de presentación. En concreto le faltan las dos últimas partes de su columna, no puede caminar y tiene sus piernitas en posición de Buda (entrecruzadas).
De pequeño Santi tuvo muchos problemas para jugar normalmente a raíz de sus dificultades. En un principio, utilizaba una patineta en la que se subía y arrastraba para poder moverse y disfrutar como podía de su infancia. Hasta que a los 3 años, a su papá se le prendió la lamparita y puso manos a la obra para mejorarle la calidad de vida. Con los pocos conocimientos que había adquirido en una fábrica donde trabajaba, Juan Carlos diseñó una bicicleta con pedales de mano que le cambió la rutina diaria a su hijo. Curioso y ávido de facilitar la movilidad del chico, fue buscando modelos, armando cuadrantes y confeccionando lo que posteriormente se convertiría en las piernas de Santiago. “La bici tiene tres ruedas -dos traseras y una delantera-, un asiento donde reposa cómodamente y en el frente tiene pedales distanciados del cuerpo para que los pueda mover con sus manos y avanzar lo más bien”, explicó Escobar a El Litoral.
Hoy Santiago recorre el barrio con libertad, pasea por las calles y reboza de felicidad. “Ahora está re contento porque le puede hacer los mandados a la madre; acá lo conocen todos y lo quieren, y eso lo pone muy contento”, comentó Juan Carlos, emocionado. Pero la historia de grandeza de Escobar no termina ahí. Conmovido por lo que atravesó Santi, el hombre comenzó a construir bicicletas de estas características sin costo alguno, para aquellos niños y niñas que tienen problemas motrices. Además de la de su hijo, armó otro modelo para una nena que vive en barrio Adelina a la que también le cambió la vida. “Le hice una parecida y hoy está muy feliz”, señaló. Sin embargo el emprendimiento solidario no finalizó. En la actualidad Juan Carlos está elaborando otra bici más, que viajará hasta Laguna Paiva y será entregada a una niña de esa ciudad que realmente la necesita. Y todo de manera gratuita, solo para ayudar.
“Los que me las pidan se las hago sin costo, sólo me tienen que acercar las ruedas y algo de pintura, el resto lo pongo yo porque así me nace; habitualmente consigo todas las partes de bicicletas en chacaritas y las construyó para donar a los que verdaderamente las necesitan”, contó. ¿Por que encara esta tarea solidaria que demanda tiempo, esfuerzo, creatividad y dinero de su bolsillo? Porque lo siente y lo hace feliz, así de simple. “Todos los chicos tienen que tener acompañamiento porque muchos están solos, y creo que es mi forma de devolverle algo a la sociedad; mi familia me acompaña en la idea y apoya todo el tiempo, y ver las sonrisas de los niños cuando se suben a las bicis y se pueden mover, es algo inigualable”, concluyó.
Herramientas que no dan más
Por desgracia, los avatares de la vida hacen que Juan Carlos Escobar tenga algunos problemas para poder desarrollar su proyecto solidario, sobre todo por las viejas herramientas que posee, las que muchas veces dejan de funcionar por su antigüedad y desgaste. Lo que más necesita es una nueva amoladora, ya que la que tiene se rompe todo el tiempo y “no da más”. “Hay que tener fe en Dios, que siempre escucha y todo llega”, expresó esperanzado en poder conseguir otra máquina que agilice su labor. Otra cosa que pidió fueron pañales XXG para Santi, además de piñones, cámaras y cubiertas para que las ruedas de su bici lo puedan llevar por nuevos senderos.