Nicolás Dujovne, el ministro que priorizó el ajuste para alcanzar el equilibrio fiscal

Nicolás Dujovne se sumó al Gabinete nacional en el arranque de 2017 para reemplazar a Alfonso Prat-Gay. En ese momento heredó un ministerio devaluado: le dejaron hacienda y le sacaron Finanzas, que como ministerio fue a manos de Luis Caputo. La cartera volvió a unificarse el año pasado.

Dujovne de entrada se enfocó en la reducción del déficit fiscal primario, y el cumplimiento mes a mes de ese severo ajuste -a fuerza de reducción del gasto público- fue considerado su principal logro. Claro que los planes se modificaron dramáticamente en abril de 2018, cuando estalló la corrida cambiaria que derivó en una fuerte devaluación del peso y obligó al Gobierno de Mauricio Macri a acudir a la ayuda del Fondo Monetario Internacional.

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Se negociaron dos acuerdos: uno se firmó en junio y fracasó. El siguiente se firmó a fines de septiembre y duró hasta estos días. En total, la Argentina recibió del FMI 57.000 millones de dólares, que habría que empezar a devolver de acá a tres años.

Dujovne, de buena relación con la ex titular del FMI, Christine Lagarde, fue clave en la negociación. En esa oportunidad viajó a la capital estadounidense acompañado por el entonces titular del Banco Central, Federico Sturzenegger. Para el segundo acuerdo, trabajó con Guido Sandleris y con Luis Caputo, el entonces titular del Banco Central.

Bajar el gasto fue uno de sus principales objetivos desde que asumió. Así, entre sus primeras medidas estuvo un plan para bajar el gasto estatal vinculado a “los privilegios del sector público”, en alrededor de 20 mil millones de pesos. Fue conocido como el plan tijeras.

Por esos días Dujovne celebraba el acuerdo con el fondo y señalaba que de esa manera se evitaba una crisis y el país crecería.

Pero la inflación no daba tregua y el propio Dujovne reconocía que se esperaban "meses difíciles".

Desde la corrida cambiaria de 2018, la economía cayó en una profunda recesión, de la que intentaba empezar a asomar tímidamente en estos meses. Pero la inflación acumulada (60 por ciento en los últimos doce meses) más la caída del consumo masivo, el deterioro de la situación laboral, la caída de la actividad económica y el crecimiento de los indicadores de pobreza se convirtieron en una mochila ilevantable.

La inapelable derrota que sufrió el Gobierno a manos de la oposición en las PASO que se realizaron el domingo pasado trastocó los planes de Dujovne, quien estaba convencido de que un buen resultado electoral le allanaría el camino al Gobierno no solo para ganar en octubre o en el balotaje de noviembre: también para avanzar en la salida de la recesión, la reducción de la inflación y del riesgo país y el retorno a los mercados para refinanciar sin problemas los vencimientos de la deuda externa. La fuerte devaluación del peso que estalló el lunes sellaron la suerte del ahora ex ministro.

Ahora se ve obligado a presentar su renuncia y dejar la relación con el FMI -su misión debería hacerse presente en Buenos Aires la semana próxima, pero no es seguro- en manos del titular del Banco Central, Guido Sandleris, y de quien lo reemplazará, Hernán Lacunza. No es un tema menor. El candidato opositor Alberto Fernández está reclamando un replanteo de la relación con el FMI, básicamente, que el organismo acepte patear varios años para adelante los vencimientos de la deuda.

Los mercados siguen con suma atención la relación Argentina-FMI. De un buen acuerdo depende de que disminuyan los temores a una cesación de pagos de la deuda privada.

Con información de Clarín