Germán de los Santos
Germán de los Santos
Cuando en abril de 2014 desembarcaron en Rosario más de 3.000 gendarmes encontraron los 69 búnkeres de droga que allanaron vacíos, desmantelados. Los narcos tenían informantes eficientes. Pero la operación fue un éxito a nivel político. Los resultados fueron magros en torno a la lucha contra el narcotráfico. Desde ese momento, los gendarmes regresaron a la provincia de Santa Fe en cuatro oportunidades, durante las últimas dos gestiones, tanto a nivel provincial como nacional.
El 9 de abril de 2014 el propio secretario de Seguridad de ese momento Sergio Berni, quien llegó en helicóptero, con casco y borceguíes y fue recibido por el entonces gobernador Antonio Bonfatti, dijo que venían a “pacificar” Rosario.
Los patrullajes de gendarmería se multiplicaron en los barrios más “complicados”. Los operativos en la calle que protagonizaban los gendarmes eran más rigurosos que los de la policía de Santa Fe.
No generaron ningún efecto en la lucha contra el narcotráfico y la violencia. El número de homicidios creció ese año en la provincia de Santa Fe de 438 en 2013 a 460 en 2014. Pero ante la crisis de violencia y seguridad la llegada de los gendarmes actuó como un bálsamo en ciertos sectores sociales de Rosario, sobre todo de clase media.
Los patrullajes de Gendarmería generaron un cambio fuerte en los barrios, donde se practicaba la llamada “pacificación” que había planteado Berni. El objetivo más fácil para mostrar esa estrategia fueron los jóvenes, siempre “bajo sospecha”.
Se practicó una especie de colimba a cielo abierto, como planteó el colectivo Juguetes Perdidos en un trabajo que editaron en forma de libro que se llamó “Quién lleva la gorra”, donde describían la experiencia de la llegada de la Gendarmería a los barrios del conurbano bonaerense a partir de 2010 y 2011, con el llamado operativo Centinela, el experimento que ensayó la entonces presidenta Cristina Fernández a través del decreto 2099/10 y 864/11 para calmar las críticas que surgían en las encuestas con el problema de la seguridad como nudo.
En Rosario ocurrió en un principio algo similar. Hubo una fascinación con el gendarme como personaje dentro de la crisis de seguridad. Su perfil cargado con las herramientas que aparentaban ser un hombre más severo y honesto que el policía eran lo que más seducía al electorado. Por eso la promesa de un nuevo arribo de la Gendarmería pasó a formar parte de la arquitectura proselitista de los candidatos desde 2014 hasta ahora.
A partir del experimento que planeó Cristina Fernández para una coyuntura electoral, la Gendarmería pasó a dedicarse a la seguridad interna, y fue la fuerza en la que se recostó con mayor confianza tanto Berni y como su sucesora Patricia Bullrich, quien en este nuevo capítulo proselitista le sumó a la Gendarmería un nuevo rol. La semana pasada lanzó el Servicio Civil Voluntario, que será instruido por gendarmes. “Vamos a ir a la búsqueda de los jóvenes que hoy no estudian ni trabajan, para que puedan retomar sus estudios y puedan formarse en oficios no sólo tradicionales, sino también en otros como robótica, software de videojuegos o cualquier salida que les permita insertarse en el mundo del trabajo”, afirmó la ministra.
El docente de la Universidad de La Plata Esteban Rodríguez recuerda en un artículo publicado en Pensamiento Penal sobre los orígenes la Gendarmería, como si fuera una especie de banda de Moebius. Todo parece volver al comienzo.
Señala que “la intervención de la Gendarmería Nacional Argentina en las conflictividades sociales no es nueva, más bien se remonta a sus orígenes”.
“Los golpes que los bandoleros Mate Cocido y Eusebio Zamacola le propinaban a las acopiadoras de cereales Bunge & Born y Dreyfus, allá por 1935 en la provincia del Chaco, fueron el detonante para que el presidente Justo enviara al Congreso el proyecto de creación de la GNA, concebida especialmente para acabar con el bandidaje que estaba ganándose la devoción popular y echando raíces entre el campesinado de la región. El antecedente de esta fuerza fue la Gendarmería Volante, un cuerpo armado costeado por la compañía La Forestal para reprimir la huelga de los trabajadores en sus feudos, en 1921”.