La pintura amarilla, la cartelería y las tachas para indicar lugares en los que no se puede circular o estacionar son herramientas habituales y también fáciles de vulnerar, por eso el municipio santafesino recurrió desde hace un tiempo a los bastones viales, para lograr que los vehículos no traspasen ciertos límites (por ejemplo las ciclovías). Además de ser por demás visibles, no respetarlos implica también la posibilidad de dañar el propio auto.
Sin embargo, en Santa Fe siempre aparece alguien que se anima a más, ya sea a modo de desafío, por falta de consideración, o bien por incapacidad conductiva. No se sabe en cuál de estos casos habría que incluir al conductor del Peugeot que, como se ve en la imagen enviada por un lector a Periodismo Ciudadano, estacionó en Juan de Garay y 4 de Enero y cuando dio marcha atrás pasó por arriba el bastón. Difícil no darse cuenta. Tal vez estaba apurado.