Raúl Emilio Acosta
Raúl Emilio Acosta
Las elecciones del 16 de junio en la provincia de Santa Fe admiten muchas lecturas e interpretaciones. El suceso, sin contrafactismo posible, trae sorpresas a este análisis.
En el sur de la provincia, con la mirada puesta en la ciudad, estos números alborotan, desnudan, complican discursos.
Es sencillo indicarlos. Otra cosa es analizarlos. Antonio Bonfatti 177.737. Después Roberto Miguel Lifschitz 168.853. Le sigue Mónica Fein 151.931. Aclaremos, esto es en ciudad de Rosario.
El afiche de seis cuerpos no tenía yerros. Eran y son las tres caras más visibles y de mayor peso específico en el socialismo de la provincia de Santa Fe. Presidente del partido a nivel nacional, Gobernador e Intendente. No hay nadie con más rango. Es posible entender que en ese afiche no tuviese sitio el perfil de Pablo Javkin. Es posible. Tengo 60 años de periodismo y algunos menos de publicista. No era lo aconsejable, según viejos códigos de mensajes y señales.
Con el mismo domicilio Marcelo Lewandowski sumó 198.523 votos, es el senador electo. Después Pablo Javkin con 180.173 resulta elegido intendente y Roberto Sukerman 172.363 pierde por la diferencia que los números desnudan. Se insiste, no es departamento, sino ciudad de Rosario. En el departamento Lewandowski tapó con votos a su rival, la intendente Fein.
El número más importante de Rosario (ciudad) es este: Omar Perotti 210.775. Rosario no es todo el sur pero lo representa, conviene recordarlo. Perotti fue el triunfador en la ciudad donde se decidió una gobernación. Finalmente una tendencia inocultable. Algo pasa en este sur. Las lecturas anteriores no alcanzan.
Acomodar las cargas
Tal vez en el escrutinio final alguno de estos números cambie, pero no alterará la sustancia. Ganó el peronismo en la ciudad de Rosario, excepto para intendente. Perdió el socialismo y el intendente electo tiene un clarísimo pasado radical y una unión fortísima con la UNR, sus claustros, sus autoridades y su juventud (radical). Debemos repetirnos. Ya sosteníamos, después de las PASO, que el socialismo había perdido Rosario.
También está clarísimo que Pablo Javkin llega por el FPCyS, un sello que naciera con el socialismo como grupo pensante, y que dominara la ciudad por más de dos décadas. Desde el 10 de diciembre de 2019 no será así.
Hay más detalles. La relectura de los números de las tres figuras centrales del socialismo obliga al detenimiento. No hay en el partido de la rosa figuras más importantes que Lifschitz, Bonfatti y Fein y estos fueron sus números en su ciudad.
No se puede resolver en un día un recambio generacional y acaso no sea esto lo que pide el sur. Tal vez necesite una actualización del discurso, del relato, de los actos de gobierno.
Los votos interpelan al socialismo, que hizo de Rosario una ciudad caracterizada por aquella impronta que soñaron sobre 1980, que plasmaron sobre los ‘90 y que, sobre 2020, no tiene la misma seducción para los habitantes.
Las encuestas, las íntimas, las que se leen entre pocos y no se difunden nunca, no mentían, siempre marcaron un predominio de Perotti sobre Bonfatti que, en las PASO, si se sumaban los votos peronistas, quedaba en superficie. Quedó en superficie.
Los bares daban cuenta del optimismo. “El campeón siempre tiene un golpe más”. “El oficialismo no pierde por empate”. Son ciertas. Son frases. Había que trabajar coordenada y concienzudamente para que sucediese. “Si no se pelean entre ellos pueden ganar”... decían los mismos bares discepolianos.
En el Concejo Municipal el socialismo estará en minoría y Javkin deberá conversar muchas cuestiones con el PRO y el peronismo, también con los grupos a la izquierda del socialismo, que confirmaron su existencia.
Javkin deberá saludar a Perotti y viceversa. Y, por otra parte, saludar a un gobierno nacional que, tal como son las presunciones, no será cercano al socialismo, al FPCyS y al radicalismo original donde abrevó el futuro intendente. Rosario podrá “victimizarse” y pedir a Nación y Provincia.
Todos deberán acomodar las cargas y entender que algo conmocionante pasó. Salir del estupor es aconsejable.
Una sola palabra
La mayoría de los analistas dominicales le quita peso a la contemporaneidad, pero es real. El socialismo es contemporáneo con el crecimiento y puesta en valor del narcotráfico, el narcomenudeo descarado, los carteles, los territorios y la violencia urbana, el código narco y la corrupción que ayuda a sostenerla. La nación pretende pelearla de un modo, la provincia de otro. La sociedad solo ve lo que le pasa, que no es grato, lindo ni momentáneo. Llegaba para quedarse. Se quedó. Está.
No hay complicidad, pero es inevitable sostener la contemporaneidad con “Los Monos” y la degradación que implica una sociedad que no logra recuperarse. Es un fenómeno mundial el avance de la droga en los cuerpos urbanos. “Los Monos” es un libro de Germán de los Santos con ayuda de Hernán Lezcano, dos periodistas que trataron el tema, que lo investigaron. Central, Ñul, las conexiones de “los barra” con el poder son parte de juicios que complican a muchos policías, al cuerpo, a la administración de la cosa pública. Se ve. Se sabe. El almanaque no hace bromas.
El candidato oficialista, Pablo Javkin, decía: “vengo a ordenar Rosario”. Va de suyo el desorden que indicaba como problema. Javkin era el candidato oficialista. Ganó con esa oferta. Ordenar. Un verbo claro. Una palabra. Orden.
Sin que hubiese un pacto, sino un análisis aproximado, la frase fuerza de Omar Perotti indicaba que él quería “Paz y Orden”. Era su promesa de campaña. El eje. Orden.
Si decidimos creerles debemos aceptar que los números, que desnudaron el grado de los afectos al sumar votos y elegir nombres, disiparon todas las dudas.
Con toda la batería de “Big Data”, “small data” y “micro data”, con los Geo localizadores y los mensajes por cientos de miles en las redes las elecciones demostraron que, en los sitios donde pisó un candidato su presencia, en vivo, fue el diferencial.
Javkin mostraba, con orgullo, unas zapatillas bastante gastadas después de tantas caminatas. Perotti usa unos anchos zapatos con suela de goma. No se advierten, en la práctica, muchas diferencias. El orden fue la medida de todos los votos.
El candidato oficialista, Pablo Javkin, decía: “vengo a ordenar Rosario”. Va de suyo el desorden que indicaba como problema. Javkin era el candidato oficialista. Ganó con esa oferta. Ordenar. Un verbo claro. Una palabra. Orden.