El Litoral | polí[email protected]
Filtrado. A la precandidata a gobernadora la acompaña una imagen de cierta dureza, de una marcada pulcritud y de austeridad.
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De sus años al frente del Senado santafesino (entre 2003 y 2007) a “la Bielsa” la acompaña una imagen de cierta dureza, de una marcada pulcritud en el manejo de las cuentas públicas, de austeridad y, sobre todo, de firmeza para imponer sus convicciones.
Fueron públicos sus ocasionales enfrentamientos con miembros del bloque del PJ por la metodología usada para la rendición de gastos y subsidios. Además, su renuncia a la banca de diputada en 2013 (tras haber encabezado la lista que sacó más votos en 2011), se precipitó tras denunciar traiciones y “alianzas espurias” del peronismo con el socialismo.
Todos esos antecedentes favorecen la idea de que la precandidata no derrocha simpatía, y que está claro que su fuerte está en mostrarse crítica y si hace falta, inflexible.
Un par de semanas atrás en el programa de TV por cable “La Hora de Maquiavelo” un panel de expertos en comunicación reflexionó sobre “cuánto le choca a la gente ver a los políticos felices en los carteles, como viviendo en una burbuja”. Otros teóricos -muy prácticos- dicen por el contrario que a “la gente le gusta votar a (felices) ganadores”.