Juan Ignacio Novak
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La directora de la institución santotomesina, de la cual surgieron talentos como Virginia Tola, dejará su cargo. Pero continuará vinculada a la actividad musical a través de la Fundación Accentus, que ella misma fundó hace 11 años. En una entrevista con El Litoral, repasó los inicios al despuntar la década del ’80, el trabajo realizado y los postulados centrales del espacio que condujo por 38 años.
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Luego de 38 años, Malena Boero decidió jubilarse: dejará su cargo al frente de la Escuela Coral Municipal Carlos Guastavino, de Santo Tomé, ex Coro de Niños y Jóvenes de la vecina ciudad. El último concierto que dirigirá será el del sábado 15 de diciembre (ver aparte). Sin embargo, la docente seguirá vinculada a la actividad musical a través de la Fundación Accentus, creada hace poco más de una década, precisamente para la promoción del canto lírico y coral. “Me voy a jubilar de la escuela, pero no de la música. Hasta mis últimos días seguiré en esto. Desde la Fundación voy a armar un coro y seguiré trabajando”, señaló en una entrevista concedida a El Litoral.
La profesora deja un legado muy difícil de empardar: casi 40 años de labor sostenida que forjaron talentosas cantantes como Virginia Tola, Rocío Arbizu, María Eugenia Coronel, Florencia Molinero y Gabriela Kreig, entre otras. “Cuando me preguntan qué pasó en Santo Tomé yo respondo que no tiene que ver con el río, la humedad o la temperatura. Es que estuvimos siempre dispuestos a hacer el trabajo fino, chiquito, artesanal, cotidiano”, indicó. A veces, traducido simplemente en acompañamiento, en palabras como: “Vamos chicas, esto no es fácil pero estamos con ustedes”.
Formadora de coreutas y estudiosa de la música, Malena dice que se va feliz de la dirección, porque la escuela quedará a cargo de equipos muy preparados. “Una de las chicas fue alumna mía desde los 12 años. Se formó conmigo y le tengo plena confianza. Y los demás integrantes hace años que están conmigo. Estoy segura de que van a llevar esta institución por el mismo camino. Van a conducir diferente, pero van a seguir creciendo. Si me cabe algún mérito, es el de haber conformado un equipo maravilloso”, sintetizó.
Historia y equipo
El Coro de Niños y Jóvenes de la Municipalidad de Santo Tomé fue fundado en 1981 y desde entonces fue dirigido por la Malena Boero. En noviembre de 2014 fue declarado por ordenanza Escuela Coral Municipal “Carlos Guastavino”. Sus actividades comprenden conciertos dirigidos a escuelas y entidades intermedias, conciertos sinfónicos, encuentros corales, así como también clases abiertas a padres, maestros y estudiantes de música. El cuerpo docente brinda además asesoramiento a directores de coros del interior de la provincia.
En la charla con El Litoral, llena de anécdotas y recuerdos, Malena evocó los primeros años del Coro, en plena dictadura militar. “Era una época muy feroz del país y eso se notó en nuestras actividades. En un país donde no se puede hablar es difícil cantar. Y cantar en ese momento era una manera de resistir. Yo era vicedirectora del Instituto Coral de la Provincia y decidí, con una energía muy definida, ir a Santo Tomé para crear un coro de niños. Con muchísima suerte, porque encontré una persona maravillosa, Estrella de Cifre, que era secretaria de Cultura de esa ciudad. Me recibió con los brazos abiertos y me derivó al Liceo Municipal, donde estaba María Rosa Renzulli, que también me dio apoyo”.
“Empecé a recorrer instituciones, barrios y a buscar niños bajo la idea que el canto coral era algo maravilloso para ellos. En Santo Tomé no había experiencias de trabajo coral con niños. Fue todo nuevo y llevó meses”, recordó. Al principio el funcionamiento fue en el Liceo, luego la institución empezó a depender directamente de la Dirección de Cultura. Funcionó en distintos lugares, mientras se gestionaban los cargos necesarios para poder formar a los niños. “Con el tiempo se agrandó cada vez más y empezó a necesitar otra dinámica. Eso nos llevó a transformar el coro en la Escuela Coral Municipal Carlos Guastavino, en 2014. A medida que fue transcurriendo el tiempo tuve distintos equipos y consolidé el que trabaja en la actualidad, que integran Viviana Galassi, Gabriela Aguirre Molina, Evelyn Plaumer y Mario Spinosi. Con ellos empezamos a transformar el coro en escuela coral. Y lo logramos gracias al intendente de ese momento, Fabián Palo Oliver, y al Concejo Deliberante, cuya presidenta era entonces Daniela Qüesta, ahora intendenta. “A todos ellos, a los padres de los integrantes, a los cooperadores Emilio y Alejandra Bieler, Beatriz Díaz, Alejandra Loyarte, Festram y ATE, les tenemos que agradecer”, destacó
Exigencia y afecto
—Si tuvieras que hacer un balance de todos estos años, ¿qué aspectos señalarías como más significativos?
—En primer lugar, la cantidad de niños que empezaron a llegar a la institución. El niño es un espejo de uno. Cada vez necesitaban más conocimientos técnicos para poder cantar las obras nada fáciles que les proponía. Llegaron a cantar obras de Benjamin Britten y Brahms. Todas las épocas fueron buenas, pero cuando empezaron a crecer, su demanda por resolver las cuestiones técnicas fue muy grande. Era lo único que los iba a liberar para poder cantar las obras más complicadas. Había que hacer un trabajo vocal técnico que les permitiera afrontar estas experiencias. Hoy miro hacia atrás y pienso: ¿cómo pudieron esos niños cantar cosas tan difíciles? Se puede, porque el niño no es el futuro, es el presente. Los chicos pueden hacer arte. El niño puede hacer cosas maravillosas, no es el semillero de un coro de adultos. Decir eso es desvalorizar su tarea. Por eso fui una maestra muy exigente, pero también les di muchísimo amor. Les he dado todo. Me voy feliz, contenta, porque hice todo por la escuela y los chicos. En estos 38 años no hubo días en que no fui feliz a trabajar. Además, pienso que nada se construye desde la tristeza. Solamente se construyen las grandes cosas desde la alegría. Este es el lema de nuestra escuela. Hay que construir hábitos, pero esa construcción siempre debe ir al lado de mucho afecto. La exigencia va de la mano del amor, no hay otra manera de educar.
Incluir
—A lo largo de la historia del coro, se presentaron distintos lugares del país y en el exterior. ¿Hay alguna de esas actuaciones que, por algún motivo, recuerdes con mayor nitidez?
—Todos. No hay una sola gira, viaje o concierto que no esté presente en mi cabeza. Empezamos en Santo Tomé y seguimos en el interior de la provincia, en pueblos pequeños. También en los barrios de la ciudad de Santa Fe. Una vez nos invitaron a la iglesia de Santa Rosa de Lima, donde los chicos nos escuchaban sentados en el suelo. Hicimos una obra de Benjamin Britten y empezaron a gritar: “Otra, seño, otra”. A partir de eso, aprendí muchísimo. Creo que hay que dar lo mejor a todos. En los barrios y en los grandes teatros. Les enseñé a mis alumnos a prepararse con mucho énfasis y ganas para todos los escenarios. No para uno más y para otro menos, porque el que nos espera, siempre lo hace con muchos deseos de gozar y aprender.
—O sea que se aborda el arte como una acción inclusiva, accesible para todo el mundo.
—Siempre pensé que la nuestra tenía que ser una institución para todos, inclusiva, donde se sumen los niños y sus familias. Eso es importante. Así el niño, después de estar un tiempo con nosotros, cambia su mirada, al igual que cambia la mirada de la familia. Hasta hoy encuentro gente que me recuerda cuántas cosas aprendió en la institución y le sirvieron para otros aspectos de la vida. Es cierto, porque lo que uno transmite es ideológico. Es una mirada completa sobre muchas cosas, no sólo el canto. Y al transmitir todas esas cosas, ellos se transforman. Pero además está lo que yo aprendí. Leí y estudié muchísimo, pero si de alguien aprendí, fue de mis alumnos. Ellos fueron mi espejo y les estoy profundamente agradecida. Todo maestro debe aprender de sus alumnos, de escucharlos. Siempre tienen cosas muy importantes para decir.
Viajes musicales
Además de las periódicas actuaciones en Santo Tomé y alrededores, los integrantes de la Escuela Coral de Santo Tomé viajaron a distintos puntos del país: Córdoba, Mendoza, Salta, Jujuy y Mar del Plata entre muchas otras. También estuvieron de gira en Brasil, Chile y México.
Concierto
El sábado 15 de diciembre, a las 20.30, tendrá lugar en el Anfiteatro Martín Miguel de Güemes, de Santo Tomé (Gómez Cello y San Martín) el último concierto de este año organizado por la Escuela Coral Carlos Guastavino, en conjunto con Fundación Accentus. Tendrá un sentido especial: será la despedida de Malena Boero con motivo de su jubilación. La actividad contará con participación de los distintos coros de la institución junto a las solistas Rocío Arbizu, Eugenia Coronel Bugnon y Gabriela Kreig. El repertorio incluirá coros y arias de ópera, canciones populares argentinas y canciones extraídas de musicales.
Descubrir el deseo
—Hay muchas artistas que surgieron en el coro y luego tuvieron trayectorias significativas a nivel internacional. El caso de Virginia Tola es el más conocido, pero son más. ¿Cómo lo explicarías?
—Si algún mérito he tenido, es ayudarles a descubrir el deseo. Eso es algo maravilloso. Hay gente que se pasa toda la vida en un escritorio odiando lo que hace, porque no pudo mirarse hacia adentro, ver lo que ama y jugarse por ese deseo. Yo ayudé a las chicas con eso. A descubrir su más profundo deseo y acompañarlo, porque la del cantante es una tarea muy solitaria. Si bien Virginia Tola fue la primera, después aparecieron Rocío Albizu, María Eugenia Coronel, Florencia Molinero y Gabriela Kreig.