Luis Amsler | [email protected]
El INTA Santa Fe, junto a productores y proveedores de insumos, lleva adelante por segunda campaña consecutiva un ensayo de este tipo de producción. La técnica de semi-hidropónica utiliza un sustrato como soporte para el crecimiento de los plantines que se fertilizan mediante el riego. Requiere menos espacio, aumenta la densidad productiva por superficie y vuelve más confortable el trabajo de los cosecheros. La desventaja es el alto costo de inversión inicial.
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Los departamentos San Jerónimo y Garay de la provincia de Santa Fe, se destacan por ser territorios cubiertos por grandes cultivos de frutillas. Sólo en Coronda (capital de esta dulce vedette), en la actualidad hay unas 300 hectáreas plantadas, mientras que entre Arroyo Leyes (departamento La Capital) y Santa Rosa de Calchines se alcanzan las 40. Pese a la fertilidad de estas tierras, hoy el avance inmobiliario y la expansiva urbanización acecha a los predios productivos. Frente a estas amenazas, la técnica de producción semi-hidropónica en altura y bajo cubierta, ofrecería una solución, además de permitir aumentar el rinde productivo, reducir el uso de agroquímicos y mejorar las condiciones de trabajo de los cosechadores. Teniendo en cuenta estas bondades y como respuesta a la problemática de la ramificación de las urbes, el INTA Santa Fe -junto a productores y proveedores de insumos- apuestan a estas alternativas tecnológicas para optimizar el uso del espacio físico.
En efecto, ya se lleva adelante por segunda campaña consecutiva un ensayo de este tipo de producción de frutillas en la localidad de Desvío Arijón. Vale recordar que es una técnica que comenzó a utilizarse en 2017 en tres campos productivos y se expandió a seis en 2018, utilizando sustratos inertes, bajo macrotúneles y en altura. De acuerdo a lo explicado por el citado organismo, esta metodología, a diferencia de la hidroponia que se realiza sobre agua, utiliza un sustrato como soporte para el crecimiento de los plantines que se fertilizan mediante el riego. La producción en altura requiere menos espacio, aumenta la densidad productiva por superficie y vuelve más confortable el trabajo de los cosecheros, sin tener que caer en la postura inclinada para recoger el fruto de la tierra. Al no tener contacto las plantas con el piso, también evita enfermedades y se usan menos agroquímicos. Todo esto la convierte en una alternativa tecnológica viable en estos tiempos.
Mejores rendimientos
Al respecto, la ingeniera María del Huerto Sordo, responsable del ensayo en el INTA Monte Vera, se encuentra trabajando con este tipo de producción y aclaró que el objetivo “es duplicar la densidad de plantación, utilizando diferentes niveles de altura y disminuyendo la distancia entre plantas”. Según estimó la especialista, esta nueva tecnología permitiría acrecentar la producción y los rendimientos por unidad de superficie a través de la disminución de la distancia entre plantas (15 centímetros en vez de los 30 convencionales) y la implantación a diferentes niveles de altura. Asimismo reduciría el uso de agroquímicos, el uso de agua (los turnos de riego pasarían de 30 a 5 minutos diarios promedio) y posibilitaría el mejoramiento de las condiciones de trabajo de los recolectores.
‘La semi-hidroponia disminuye el uso de agroquímicos; al perder el contacto con el suelo, la planta baja su carga de patógenos e insectos, y al no requerir desinfección de suelos -una práctica habitual en el cultivo- estamos eliminando el uso de bromuro de metilo y sus derivados, que son los productos químicos más contaminantes”, precisó del Huerto Sordo a través de un comunicado emitido por el INTA. Además -añadió- mejora las condiciones de trabajo de los cosechadores, ya que la persona no necesita agacharse para trabajar en el deshojado, limpieza de plantas y cosecha, mejorando, a su vez, el tiempo de cosecha.
Desventaja y reutilización
Más allá de las virtudes del sistema se semi-hidroponia, existen ciertos obstáculos al momento de tomar la decisión de volcarse a esta alternativa productiva. En este sentido, lo económico puede ser un impedimento. En referencia a esto, María del Huerto Sordo comentó que la principal desventaja es la inversión inicial, que es el doble de la de un sistema convencional. Para que su implementación sea viable, entonces, se deben encontrar alternativas que mejoren el rendimiento. “En nuestro caso particular, se conservaron las plantas y el sustrato para un segundo año de producción; esta decisión requirió cuidados en verano (conservación bajo media sombra) y podas”, indicó la ingeniera.
Luego agregó: “en la actual campaña, las plantas conservaron su potencial productivo en calidad y cantidad, con rindes de entre 30 y 35 toneladas por hectárea”. Pese a los contratiempos económicos, Sordo aseguró que ‘los productores tienen interés por estos sistemas porque perciben que a futuro será la tecnología que les va a permitir producir en los bordes urbanos donde las dimensiones de los lotes es pequeña".