Enrique Cruz (h)
Fue muy crítico con la “devaluación del fútbol argentino” y dijo que “Domínguez es un gran programador de partidos, pero Colón jugaba a que se equivoque el contrario”.
Enrique Cruz (h)
Hay temas inevitables y recurrentes con el “Beto” Tardivo. Se le iluminan los ojos cuando habla de Nahum Kessler (“fue mi padrino en Colón”). Y obviamente, del “Checho” Batista y el “Bichi” Borghi. Con estos últimos, el reconocimiento se hace recíproco. Ellos también sienten que Alberto Pompeo Tardivo no fue alguien más en sus carreras. Al “Checho” lo descubrió y lo convirtió en el gran “5” que fue (“porque jugaba de ‘8’, le gustaba pisar la pelota y un día le dije que si me hacía caso, iba a ser el ‘5’ de la selección”). Y el “Bichi” se cansa de decir que Tardivo fue el mejor técnico que tuvo, el que más le enseñó.
Próximo a una operación de rodilla y en compañía de su mujer de toda la vida, en la tranquilidad de su casa en el barrio Candioti, la charla futbolera con el “Beto” pareció no tener límites ni final, entre anécdotas, recuerdos y esos conceptos claros y contundentes de un hombre que nunca se ha desprendido del fútbol.
—¿Cómo estamos en el fútbol argentino, Beto?
—En una época de transición que me hace acordar a lo que pasó después del Mundial del 74. Hasta allí era todo improvisado y llegó el Flaco Menotti, que armó la selección del interior e hizo un equipo que jugó muy bien al fútbol, que equiparó lo físico con lo técnico y así fuimos campeones del mundo. Pero eso se fue perdiendo.
—¿Por qué?
—Porque los dirigentes de antes sabían de fútbol, pero sabían de verdad. Después, cualquiera se hizo dirigente. Me acuerdo que cuando San Lorenzo se fue al descenso, el presidente era un militar. No lo aprovecharon a Menotti y a Bilardo, crearon una antinomia incomprensible. Con el tiempo, la improvisación trae consecuencias y hoy en día, la confusión es total.
—En la Afa tenemos un presidente que, quizás, con el tiempo se convierta en el mejor del mundo, pero que no pareciera haber llegado con los jalones necesarios, ¿no?
—¡Era presidente de Barracas Central...! Con el respeto que me merece el club, eso no se puede concebir y habla de una devaluación. Pero también hay que buscar culpas en los que no supieron hacer dirigentes. Me acuerdo que en Argentinos Juniors había un dirigente que se llamaba Ruano y que armó el gran equipo del ‘60, que era un espectáculo. Al lado de él se fue haciendo otro gran dirigente, que fue Norberto Soldani. El tipo iba a ver partidos de la B, descubría jugadores de ahí y llevaba técnicos de trayectoria como Spinetto, Labruna o don Manuel Giúdice. Igual que Independiente... ¡Pero ahora está Moyano de presidente, que es un camionero y jamás pateó una pelota...!
—Pero parece que eligió bien con Holan...
—¿Sabés quién fue el gran artífice del título sudamericano de Independiente?, el profesor Alejandro Kohan. Y se tuvo que ir. A Alejandro lo conozco de Argentinos, tenía un gancho bárbaro con los pibes. Un día le dije: “todo lo que vos hacés está bien, pero el DT se va a fijar si el jugador puede ejecutar el gesto deportivo. Si puede hacer eso y tiene un buen salto, está bien preparado”. Me lo agradeció toda la vida.
—¿Y qué piensa de Lionel Scaloni?
—No puedo juzgarlo a Scaloni porque no lo conozco, pero la chapa es importante. Los dirigentes están errados porque hay que buscar un tipo con espalda, que haya ganado algo. Este muchacho es una incógnita. Por ahí nos tapa la boca a todos...
—¿Quién le gustaría?
—Gareca.
—Pero no puede...
—Entonces buscaría alguien parecido a Pekerman.
—¿Y si tuviese que elegir entre Simeone o Gallardo?
—El Cholo está dirigiendo un equipo donde él jugó y todos respetaban la furia y las ganas del Cholo. Y él está dirigiendo como jugaba. No sé si Messi es indiscutido dentro de ese esquema...
—Ya que lo mencionó, ¿qué haría con Messi?
—Messi es un jugador de otro planeta... Mirá, Maradona era un director de orquesta y un gran ejecutor, las dos cosas a la vez. Dirigía y tocaba. Messi es un gran ejecutor pero no es un director de orquesta, ¿me entendés?. Habría que rodearlo con dos tipos que tengan autoridad para aguantarlo, empujarlo y hacerlo brillar más todavía.
—Alguien parecido a Riquelme...
—¡Riquelme lo adoraba a Messi!. Fijáte que Diego tuvo la fortuna de encontrarse con Valdano. Lo escuchaba, lo respetaba y Valdano, que era el líder espiritual, lo hacía brillar.
—Pero no hay uno como Riquelme, no aparecen jugadores de ese estilo y esa jerarquía...
—¿Sabés por qué no aparecen?, porque hacen falta formadores... De Unión no conozco mucho, pero están mejor armados en inferiores que Colón. Para formar un buen jugador hay que tener un departamento médico de primera, un fisiólogo, un sicólogo. Y yo no sé si son conscientes. Hacen falta técnicos que se comprometan a sacar jugadores que lleguen a Primera. Yo estuve 7 u 8 años en Argentinos manejando inferiores. ¿Sabés cuántos torneos habré ganado?, dos o tres. Me acuerdo que con el Checho Batista, Caruso Lombardi, Ferraresi, De Sarrasqueta, Espíndola y el Bichi Borghi, que tenía dos años menos pero lo llevé a esa categoría, conseguimos ganar un campeonato. Pero no interesaba en el club que saliéramos campeones.
—Una vez le pregunté a Grondona qué debían hacer los clubes de Santa Fe para salir campeones y me dijo: “Armar un equipo con jugadores del club”. ¿Coincide?
—Mirá... Cuando yo jugaba en Colón y perdíamos, no quería salir ni a la calle, me largaba a llorar en el vestuario... Acá falta pertenencia, amor a lo que uno está haciendo. En Argentinos me decían que no le diera bolilla a Ortigoza porque tenía los dientes para afuera y por ahí arrebataba a la gente en los trenes. Cuando me enteré de eso, le dije que lo iba a echar. ¿Y sabés lo que hacía con Ortigoza?, después de la práctica le preparaba un mate cocido con leche y pan con mermelada. Por lo menos me aseguraba que algo iba a comer. La mamá del Checho Batista me dijo un día: “Beto, gracias a usted, ahora en esta casa se come sano”. ¿Sabés por qué?, porque yo aprendía y se lo inculcaba a los chicos y a los padres. Sobre todo a los padres. Cuando estuve en Independiente, al doctor Fernández Schnoor le preguntaba de todo. Y aprendía... Pero hay otro mal en el fútbol.
—¿Cuál?
—Los representantes... ¡Los representantes son el peor mal del fútbol! Buscan su propio negocio y les importa un carajo el futuro del jugador. Un día fui a ver un partido de Godoy Cruz. El “8” era Enzo Pérez y se lo marqué a Adrián Castellano. No me dio ni cinco de pelota. Después, se quería morir. ¡Y fijáte lo de Kranevitter!... Es uno de los mejores recuperadores de pelota del fútbol argentino y el representante se lo llevó a Rusia... ¡Qué pedazo de pelotudo!... ¡Lleválo a Italia, España o Inglaterra!, ¡no a Rusia!
—¿River o Boca, el sábado?
—River juega un fútbol lindo, de toque, de ataque y por momentos bajan la guardia pero tienen enjundia con Pratto. Y Boca tiene lo que le falta a River, en cuanto a empuje y lucha, pero le falta juego.
—Si fuese el mellizo Barros Schelotto, ¿qué haría para ganar?
—Nández, Barrios y Pérez son muy parecidos. En cambio, River tiene más variedad en el medio. Ponzio, Enzo Pérez y el Pity Martínez te dan todo. Entonces, Boca no tendría que salir a apretarlo, porque con el contragolpe rápido lo puede complicar. Maidana y Pinola no son rápidos. Los dejaría venir, porque los dos laterales se van mucho al ataque. Y le jugaría de contragolpe.
—¿Con o sin Tévez?
—¡De titular no!... Lo pondría como el otro día. Es un flor de vivo Carlitos, sabe ver el partido.
—¿Andrada o Rossi?
—Que siga Rossi. Anduvo muy bien.
—Y si fuese Gallardo, ¿cómo se lo plantea a Boca?
—Aprovecharía el medio, porque Barrios es el más inteligente pero los otros dos juegan con mucha furia y están siempre al borde de la expulsión. Me refiero a Nández y Pablo Pérez. Y Jara se salvó ‘cagando’ de que lo echaran. A mí no me gusta Magallán, es flojo. Me gusta Balerdi... Pasa algo parecido a lo que ocurre con los centrales de Colón.
—¿Con Ortiz y Olivera?
—No, no... Olivera es el que más me gusta. Hablo de Ortiz y Erik Godoy... ¡Se “cagan” a patadas entre ellos...! Son muy iguales... Lo digo en tono de broma, que no se ofendan. Sólo es algo figurativo para explicarme.
—¿Se sorprendió con la salida de Domínguez?
—Era sabido, venía madurando desde hace rato... ¿Sabés qué es Domínguez?... ¡ Un gran programador de partidos!... Colón juega a que el rival se equivoque. No es un equipo que vaya a superarlo en juego, va a buscar la victoria especulando con el error del rival.
—¿Unión es distinto?
—Sí. Juega todos los partidos igual, tiene una idea, es un equipo trabajado. Ahora es posible que le hayan encontrado la vuelta. Eso pasa. Siempre hay que tener una variante, porque hay mucho estudio de los rivales. Yo mismo, como hobby, tengo un archivo con cada equipo. Los estudio minuciosamente, jugador por jugador y cómo se mueven en lo táctico y estratégico. Pero volviendo a Colón, el día del partido con River, cuando faltaban diez minutos ya me venía para mi casa y de pronto escucho que hace un gol Colón, de pelota quieta. ¡Y claro!. De jugada es casi imposible.
—¿Qué equipos del fútbol argentino le gustan?
—River, Defensa y Justicia, el Talleres del año pasado... Me llamó la atención la poca creatividad que tiene Estudiantes. El único es la Gata Fernández, pero el resto no te pasan un tipo. Nadie se anima a gambetear.
—¿Por qué pasa eso?
—Porque los preparadores físicos lo pasaron por arriba a los técnicos. El jugador de fútbol escucha más al preparador físico antes que al técnico, porque el jugador de fútbol es cualquier cosa menos boludo. Se da cuenta al toque si el técnico sabe o no.
—Me llama la atención que a su edad, tenga las mismas ganas de siempre de estudiar equipos y jugadores...
—Siempre lo hice... Y en Colón se lo propuse a Javier López cuando agarró el equipo, pero ahí quedó... El Bichi Borghi me dio pelota y salimos campeones con Argentinos Juniors. Los viernes, después del entrenamiento, nos íbamos a comer a una parrillada y ahí charlábamos a fondo del rival y del equipo. Un día le dije que a Canuto lo aprovechara mejor. Yo lo tenía bien visto de Unión. Y con el Bichi supimos madurarlo, porque es un jugador de buenas condiciones.
Un libro abierto el “Beto”. De esos tipos para charlar horas y horas, porque no se cansa. Escucharlo es aprender. No tenga ninguna duda.