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Hoy se cumple un nuevo aniversario del arribo a Nueva York de los dos caballos criollos, al mando del suizo Aimé Félix Tschiffel, tras un viaje de 21.500 kilómetros que duró 3 años, 4 meses y 6 días. Desde 1999 se celebra la fecha para homenajear a uno de los puntales de la Patria.
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El 24 de abril de 1925 se inició en Buenos Aires una de las travesías más famosas del siglo. Dos caballos criollos, Mancha y Gato, guiados por el profesor suizo Aimé Tschiffely recorrieron los 21500 Km (4300 leguas) que separan a la ciudad de Buenos Aires de Nueva York y conquistaron el récord mundial de distancia y altura, al alcanzar 5900 metros sobre el nivel del mar en el paso El Cóndor, entre Potosí y Chaliapata (Bolivia).
El viaje se desarrolló en 504 etapas con un promedio de 46,2 Km por día. Los caballos, animales tehuelches comprados al cacique Liempichín en Chubut por Emilio Solanet, a la avanzada edad de 18 años, probaron que la raza criolla tiene ejemplares insuperables para los trabajos de campo y para la guerra, rudos oficios donde las líneas elegantes son inútiles.
Durante el viaje cruzaron varias veces la Cordillera de los Andes, y fue en esos cruces donde mayores dificultades encontraron. El escabroso terreno se eleva a más de 5500 metros de altura y la temperatura llega a 18° bajo cero.
El diario La Nación, junto a otros medios, siguió desde sus páginas al valiente aventurero y sus caballos. Algunas de las líneas decían así: "En Huarmey el guía no pudo más, ni sus bestias. Los dos criollos Mancha y Gato se revolcaron, tomaron agua y después se volcaron al pasto con apetitos de leones. De Huarmey a Casma, 30 leguas, calores colosales…¡52 grados a la sombra!… sin agua, ni forraje, arena, arena, arena. Los cascos se hundían permanentemente de 6 a 15 pulgadas en la arena candente…".
Y en la editorial del 23 de septiembre de 1928 quedó patentado el logro: después de más de tres años y cuatro meses, Aimé montado en Mancha, su fiel compañero (Gato tuvo que quedarse en la Ciudad de México al ser lastimado por la coz de una mula), logró la hazaña: "Al llegar a la Quinta Avenida de Nueva York llevaba en los cascos de su caballo criollo el polvo de veinte naciones atravesadas de punta a punta, en un trayecto más largo y rudo que el de ningún conquistador, y sobre su pecho, en moño blanco y celeste, bien ganados como una condecoración, los colores argentinos".
Por iniciativa de la Federación Ecuestre Argentina, desde 1999 el 20 de septiembre (fecha de arribo a Nueva York de Aimé), se reconoce la importancia del caballo criollo en la historia del país y, a la vez, en homenaje a la participación del equino en la organización histórica y económica, y en la vida deportiva de la Argentina.
Gato y Mancha, que hoy descansan en la estancia El Cardal junto a los restos del andariego profesor extranjero que los llevó por horizontes lejanos a la Argentina, son un símbolo de la entrega y la fidelidad del caballo a las causas nobles que hicieron historia.
Fuente: elportaleducativo.com.ar