Gastón Neffen | [email protected] | @gneffen
Es el primer contacto entre el bebé y su mamá, que no suele ser cuidado y protegido en hospitales y sanatorios, advirtió Andrea Ducasse, coordinadora de la Licenciatura de Obstetricia de la UNL. La abogada Silvina García Conto, de la Secretaría de Derechos Humanos de Nación, reconoció que hay un abuso de cesáreas en el país.
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Abuso de cesáreas, indiferencia —no escuchar a la mamá— y la invasión de “la hora de oro” son algunas de las prácticas que los equipos de salud naturalizan, por la inercia de una forma de hacer las cosas, y que vienen siendo cuestionadas por el paradigma del parto respetado.
En una jornada sobre violencia obstétrica, que organizó la Facultad de Ciencias Médicas de la UNL, se analizó cómo visibilizar estos problemas y lograr que los equipos de salud respeten estos derechos y sean más los padres que se “apropien” de su propio parto.
En una entrevista con El Litoral, Silvina García Conto, abogada de la Secretaría de Derechos Humanos de Nación, y Andrea Ducasse, coordinadora de la Licenciatura de Obstetricia de la UNL y jefa de obstétricas del Hospital Iturraspe, analizaron qué prácticas hay que modificar para humanizar el parto.
— ¿Qué casos se detectan de violencia obstétrica?
— En muchos lugares -advirtió Ducasse- las madres todavía no pueden ingresar acompañadas al parto. También hay situaciones de maltrato verbal, no sólo por las palabras sino también por los gestos, por no prestar atención a la paciente y desautorizar pedidos de la madre; por ejemplo, no permitir que ingrese acompañada a una operación de cesárea o impedir el alojamiento conjunto de los padres, el contacto piel a piel, en la hora de oro, que las mamás reclaman y que todavía no se está cumpliendo, tanto en partos naturales como en cesáreas.
— ¿Cuáles son los problemas más frecuentes?
— Hay mujeres que no conocen sus derechos -reconoció García Conto- y esas normas quedan vacías si no se las apropian las mujeres y los equipos de salud. Desde la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación hemos encarado la protección de los derechos en este ámbito especial que es el nacimiento y el parto. Nos interesa trabajar en forma mancomunada con los equipos de salud, que son quienes están ahí todos los días y nosotros darle la mirada y el apoyo desde los derechos.
— ¿Qué derechos se suelen vulnerar?
— El primero es la posibilidad de que sea respetado ese concepto de vivir un nacimiento en paz -apuntó García Conto-, que es cuando el equipo de salud entra en escena si fuera necesario. Lo que tratamos es que las parteras y el equipo de salud asistan a ese momento como espectadores y entren en escena cuando es necesario.
— Lo que veo más violado -agregó Ducasse—, es la hora de oro, ese momento tan especial en la constitución del vínculo entre la madre y su hijo que muchas veces no se respeta por la falta de colaboración del equipo de salud, tanto en un parto natural como en una cesárea. La hora de oro es ese primer contacto entre el bebé y su mamá, es el momento de ponerlos piel con piel, inmediatamente después del parto y la cesárea. Es un momento sublime, una hora que debería ser sagrada. La mirada entre ese bebé y su mamá en ese primer momento es esencial. El equipo de salud debe lograr que ese momento sea respetado y cuidado, con la lógica excepción de que sea necesaria una intervención o un control médico del bebé.
— ¿Hay un abuso de cesáreas en la Argentina?
— A nivel de salud pública -precisó la abogada-, estamos muy por encima de lo que recomiendan la OMS y en algunos lugares pasamos ampliamente cifras que van del 50% al 60%.
— ¿Más de la mitad de los partos son cesáreas?
— En realidad hay zonas en las que se trabaja muy bien y las cesáreas disminuyen drásticamente, con un alto compromiso del equipo de salud en el respeto de los tiempos de cada parto. Y otros lugares en los que el 70% de los embarazos terminan en una cesárea, aseguró García Conto.
— ¿La mujer es quien puede decidir cómo quiere tener su parto?
— Es un tema complejo -admitió la abogada-. La reglamentación de ley de parto habla de la posibilidad de elección de la vía, pero también es cierto que hay muchas mujeres que eligen la cesárea y ponen a los médicos en una disyuntiva, porque la cesárea es una cirugía mayor y quizás no sea la intervención más conveniente, cuando no es un requisito médico —por una causal de salud— sino una cuestión voluntaria de la madre. — ¿Qué piensan de la tendencia de tener los hijos en su propia casa?
— El embarazo y el parto deben llevarse adelante en un lugar seguro y preparado -recomendó García Conto-. El lugar para tener es un bebé es un hospital y un sanatorio, y hay normas muy específicas sobre cómo debe ser este lugar de acuerdo a los riesgos de ese embarazo en particular. Lo que si creo es que en los equipos de salud hay que plantearse por qué están surgiendo estas prácticas, qué le sucede a la gente que prefiere parir en su propia casa en vez de hacerlo en un lugar seguro, como un hospital.
Cinco mitos asociados al parto
La asociación Dando Luz, que reúne a mujeres que quieren modificar el actual sistema de atención del parto, pone en foco algunas ideas naturalizadas que consideran prejuicios.
— 1 “Si no te hacen una episiotomía te desgarrás”. Está científicamente demostrado que la episiotomía no evita los desgarros graves y que no deberían hacerse nunca episiotomías rutinarias.
— 2 “Una cesárea es más segura que un parto vaginal”. Una cesárea tiene mayores riesgos de hemorragia e infecciones maternas, a la vez que aumenta el riesgo de dificultad respiratoria para el recién nacido.
— 3 “Si te hacen enema no te hacés caca en el parto”. El intestino se evacua espontáneamente durante el inicio de trabajo de parto. La OMS desaconseja las enemas por producir malestar materno y distensión abdominal .
— 4 “Tuve cesárea porque no dilato”. Seguramente tuviste una cesárea porque no supieron esperarte.
— 5 “Cuando se rompe la bolsa empieza el trabajo de parto”. Esto no siempre es así, a veces la bolsa se rompe durante el trabajo de parto, otras veces unas horas antes. En la gran mayoría de los casos el parto se desencadena espontáneamente antes de las cuarenta y ocho horas.