El Litoral
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En Denver, ante Colorado Rapids, Boca cerró con derrota por penales (4-3 tras el 2-2 en los 90 minutos) una pretemporada que dejó algo claro: el arco es un enorme signo de preguntas. Los bombardeos desde todos lados que llenaron de dudas a Agustín Rossi, quien tampoco cooperó en sus actuaciones, terminaron por sentenciar que la búsqueda a contrarreloj antes del cierre del mercado de pases debe incluir alguien que se ponga el buzo y los guantes y salga a ahuyentar todos los temores con los que hoy sale a la cancha el equipo de Guillermo cuando la pelota se acerca al área.
Pero hubo otras conclusiones. Aunque el entrenador todavía crea que le falte un roce vital para la competencia en el fútbol argentino, Villa demostró en estos dos juegos que entiende a la perfección aquello que debe desarrollar un extremo en Boca.
Con el regreso de Barrios, ese doble cinco de recuperación de Boca tuvo un poco más de despliegue físico pero igual dejó la impresión de ser un sector endeble al que le falta un mejor entendimiento para no padecer.
En el Dick’s Sporting Goods Park de Denver, frente al anteúltimo de la tabla de la conferencia Oeste de la MLS, la defensa de Boca sintió nuevamente que su mentón queda demasiado expuesto. Es cierto que al gol de Boli hubo que sumarle un punto a ese terreno mitad artificial y mitad césped que le generó un mal pique a Izquierdoz, pero desde allí, el equipo entró otra vez a mostrar filtraciones que ante compromisos sensibles se pagan muy caro. La mejoría de Buffarini, las proyecciones ofensivas de Más, como ante Independiente Medellín, también fueron efectivas. Ante la lesión de Fabra, era un tema a solucionar.
Las lesiones de Gago y de Benedetto (Pablo Pérez además se retiró con una molestia en el hombro izquierdo) dejaron un sabor agridulce a una pretemporada en la que se apuntó a un fuerte trabajo físico pero que no consolidó a un once titular de memoria.