"Cada cicatriz que tenemos, es la confirmación de que las heridas sanan. Las cicatrices son marcas de superación que sólo un verdadero guerrero posee". Anónimo.
Atajaba en Almagro cuando fue detenido por la dictadura. Se fugó a los cuatro meses y recién salió a la calle meses después, el día del 6 a 0 contra Perú. Se radicó en Suecia, es doctor en filosofía y cuenta que "en el ránking de torturas, el 'submarino' era peor que la picana eléctrica".
"Cada cicatriz que tenemos, es la confirmación de que las heridas sanan. Las cicatrices son marcas de superación que sólo un verdadero guerrero posee". Anónimo.
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Claudio Tamburrini tiene un pasado que lo persigue porque lo convirtió en su propia sombra. El sólo quería ser futbolista. Siendo muy chico, esa cantera prodigia como es la de Vélez se fijó en sus condiciones de arquero y lo llevó. En 1975, con apenas 21 años, su destino fue Almagro. En 1977 era el arquero titular, hasta que perdió esa condición en manos de Hugo Piazza. Faltando poquitos partidos para el final de la temporada, su nombre ya no apareció más. Había sido secuestrado por la dictadura, lo llevaron a la Mansión Seré y sufrió allí toda clase de torturas. El 24 de marzo de 1978, justamente dos años después del golpe militar, Tamburrini y otros amigos lograron escapar utilizando un tornillo, las correas con las cuáles los ataban para torturarlos y las sábanas de las camas en las que dormían. Al poco tiempo decidió irse del país. En Suecia fundó un club, donde siguió jugando ("me saqué el gusto de atajar pero también de jugar de volante central"), luego lo dirigió y también fue dirigente y hasta utilero del equipo. Al mismo tiempo, se doctoró en filosofía. Sus cicatrices son el mapa de su vida, pero Claudio Tamburrini tiene la certeza de que ha sido muy fuerte. Más fuerte de lo que él mismo creía.
-¿Cómo fue el momento del secuestro?, ¿fue cuando estabas en el club?
-Fue algo totalmente de imprevisto y no en ocasión de ningún partido o algún entrenamiento. Ya estábamos casi en el período de receso estival, fue el 23 de noviembre del 77 y ya se había jugado el último partido. En ese año jugué muchos partidos... Hugo Piazza era el titular, yo le saqué el puesto y luego él volvió a ser el arquero del equipo y yo fui al banco...
-¿Por qué te recluiste en Suecia?
-Elegí Suecia, luego de la fuga, por casualidad, como la mayor parte de las cosas de la vida... Yo estaba en Brasil donde obtuve el status de refugiado político... Y allí tuve que elegir país... Y los más solidarios eran los paises nórdicos, como Dinamarca o Suecia, y también Francia... Yo quería ir a Francia, pero la burocracia sueca fue más rápida que la francesa.
-¿En algún momento figuraste en alguna lista como desaparecido?
-No... Yo sé que en la Argentina, el número de desaparecidos es tema de debate, pero yo considero que el número es lo más irrelevante. Lo que importa es que hubo desaparecidos, no tiene ninguna importancia si fueron 30 mil, 15 mil u 8 mil... Desde mi punto de vista, el número no tiene relevancia... Ni importancia política ni mucho menos moral... Si hubiesen sido uno o dos, también hubiese sido muy malo... ¿Por qué no figuro?, porque mi madre no se dirigió a la Conadep, no denunció mi caso porque yo ya vivía en Estocolmo.
-¿Tenés el recuerdo de aquella fuga de la Mansión Seré?
-Tengo una imagen muy clara de esa noche... Fue una noche emocionante, con sentimientos a flor de piel, como por ejemplo el miedo... Recuerdo el momento... Uno de los compañeros encontró, por casualidad, debajo de su cama un clavo o tornillo que sostenía el elástico y que estaba medio suelto. Se paró y probó abrir la ventana con él. Por supuesto, al picaporte del lado de adentro lo habían quitado. Pero no habían tapado el agujero. Maniobrando con el clavo, logró abrir la ventana. En ese momento nos dimos cuenta de que la patota estaba en la casa, porque al abrir la ventana escuchamos las voces. Inmediatamente cerramos, pero ya en aquel momento Guillermo, el compañero, empezó a elaborar el plan de fuga: abrir la ventana, desatar el cable de plancha que unía las persianas, atar las colchas con las que dormíamos, reforzar las uniones de las colchas y sábanas con esas correas de cuero con las que nos ataban las manos y las piernas antes de ir a dormir, salir al balcón, afirmar la colcha para bajar por el balcón, bajar al jardín y salir corriendo. Con el cable de plancha que sujetaba las persianas, íbamos a hacer un puente eléctrico para escapar en un auto, algo que no pudimos hacer... Es como que estoy levitando, viendo por arriba todo lo que estaba sucediendo... Es una sensación muy particular, que jamás había vivido... Tengo la imagen de la noche oscura, la copa de los árboles y el momento de haber saltado para salir corriendo... Fue tan emocionante, que sólo lo comparo a eso con el nacimiento de mis tres hijos.
-¿Cuál fue la peor tortura que recibiste?
-Esa es una pregunta que me suelen hacer acá en Suecia, en escuelas, sindicatos y organizaciones sociales donde voy a dar charlas... El "submarino" fue lo peor.
-¿Qué era el "submarino"?
-Nos metían la cabeza en el agua casi hasta el borde de la asfixia para obligarnos luego a hablar, a "colaborar"... Eso fue terrible... Yo le temía mucho más al "submarino" que a la picana eléctrica... Pero te repito que, en el ránking de torturas, sin dudas que el "submarino" está por delante de todo.
-¿Veías la cara de los torturadores?
-No, porque nosotros teníamos los ojos cubiertos... Sólo algunas guardias nos permitían que le veamos la cara... A los torturadores y a los que nos interrogaban, no nos permitían verlos.
-¿Cuál fue tu mirada del Mundial de 1978?, ¿fue la de un futbolista, la de un hincha del fútbol o la de alguien que ya estaba en el exilio y que había sufrido esa clase de vejámenes y observaba que el éxito del Mundial favorecía los planes de los militares?
-En junio de 1978, yo estaba todavía en Argentina... Te cuento: a mí me fueron llevando amigos, conocidos, a diversas casas de familias que aceptaban a gente que necesitaba esconderse... Yo no salía a la calle porque tenía miedo... El día del 6 a 0 con Perú, en la casa en la que estaba en ese momento casi me obligaron a salir a la calle para que pudiera reconquistar mi condición de ser humano... Me llevaron a la puerta y literalmente me empujaron a la calle... Fuimos hasta el centro a festejar el triunfo y el paso a la final. Y a partir de allí empecé a perder el miedo... Yo no sólo era futbolista, era futbolero, era un apasionado del fútbol... Yo quería que Argentina saliera campeón del mundo pero nadie mejor que yo sabía lo que estaba pasando en el país.
-¿Y cómo resolviste ese dilema?
-Yo soy filósofo, he escrito artículos y libros sobre estos temas y con el paso del tiempo consideré que no había que boicotear el festejo popular, sino que había que apropiarse de la fiesta... Que la fiesta no sea de los militares sino que sea del pueblo... ¿Se acuerdan lo que pasó el 1 de junio, durante la ceremonia inaugural?... Ese día hubo silbatina para Videla cuando dio el discurso... Y ese sentimiento se fue incrementando paulatinamente. Y recuerdo que el día del 6 a 0, en el festejo, escuché consignas de "Abajo la dictadura"... Ya ese día, yo me dí cuenta de que el pueblo se estaba apropiando de la fiesta... Por eso, con el paso del tiempo observé que haber salido a festejar fue un acto correctísimo de parte de esa gente que me estaba protegiendo.
-¿Qué sentís cuando los campeones del mundo de 1978 tienen que salir a aclarar cosas relacionadas con ese título del mundo?
-Que esa selección fue injustamente criticada, injustamente vilipendiada por la asociación con el regimen militar.
-¿Nunca te tocó atajar en Santa Fe?
-El único rival de la provincia de Santa Fe que enfrenté fue a Central Córdoba de Rosario, que militó en la misma categoría de Almagro en el tiempo que fui arquero del club... Y a la cancha de Almagro volví en varias ocasiones y cada vez que estoy en la Argentina trato de ir a verlo. Hace unos años me hicieron un reconocimiento y recuerdo la voz del locutor, por los altoparlantes, explicándole a la gente quién era yo y por qué estaba ahí.
-¿Quién era tu ídolo en el puesto de arquero?
-Ubaldo Matildo Fillol... El Pato fue único por sus condiciones excepcionales... Gatti fue bárbaro también, no un precursor, porque el que jugaba adelantado y salía del área chica para pararse al borde del área grande, era Amadeo Carrizo, mucho antes que el Loco... Gatti siguió los pasos de Amadeo y posiblemente haya ampliado el campo de acción... Fillol y Gatti eran extraordinarios.
-¿Existe la ética en el fútbol?
-Vamos a hacer una diferenciación: adentro y afuera de la cancha. Adentro, rara vez se ve una conducta inmoral o de contenido ético reprochable de un jugador contra otro jugador. Afuera de la cancha, sin tener conocimiento cierto por ser un terreno vedado y oculto, entiendo que predominan las conductas éticamente cuestionables y son mayoría. Son escasos los ejemplos defendibles de las conductas dirigenciales si es que las analizamos en el terreno de la ética. Pero tengo la obligación de ser cauto en mis apreciaciones, porque no hay conocimiento de causa ni investigaciones en profundidad en este terreno.
-¿Cómo nos ven en Suecia, si es que realmente nos ven?
-El sueco tiene muy poco conocimiento de la Argentina. Para ellos, por ejemplo, fue un hito importante saber si la dictadura se retiró luego de la derrota en Malvinas o si fue obligada a retirarse. La opinión pública informada en Suecia sabe del juicio a los militares de 1985... ¿Cómo nos ven?, como un país de corte europeo, de sistema democrático robusto, pero también es percibido como un país con un altísimo grado de corrupción y de falta de probidad y honestidad en el manejo de la cosa pública... Y creo que es bastante acertado a lo que ha pasado en los últimos tiempos... Como también digo que es un país con enorme caudal democrático, republicano y con marcada capacidad... Después de los seis años de sanguinaria dictadura, se notaba que había un caudal democrático y republicano latente, notable, sobre el que había que basarse para reconstruir un estado de derecho... Yo en todo este tiempo desde que me exilié, viví un año en Argentina porque fui parte del equipo del fiscal Strassera, testimonié ante la Junta, y de hecho que la tesis de mi doctorado la escribí sobre el castigo jurídico a los militares. Y allí pude observar todo esto que te estoy diciendo.
-¿Qué esperás del país?
-Lo que acabo de decir, que nunca se acabe esa fuerza democrática y republicana para vivir en un estado de derecho y no bajo las sombras de una dictadura que, en mi caso, la sufrí impiadosamente.
La película
Crónica de una fuga es una película argentina dramática-histórica y de suspenso de 2006 dirigida por Adrián Caetano, producida por K&S Films y protagonizada por Rodrigo de la Serna, Pablo Echarri, Nazareno Casero y Lautaro Delgado. Está basada en la novela autobiográfica "Pase libre: la fuga de la Mansión Seré", de Claudio Tamburrini. Se estrenó el 27 de abril de ese año.
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