Rut Marega | [email protected]
El presidente de la Fundación Conin disertó en Santa Fe y planteó cinco pasos para una gran Nación.
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Durante dos horas, Abel Albino dejó mudo al auditorio de Jerárquicos, colmado de jóvenes y familias.
Atento a sus conceptos y a sus tantos años de estudio sobre desnutrición, el público se emocionó con sus experiencias, se divirtió con sus anécdotas y aplaudió de pie al médico pediatra que el miércoles pasado pasó por Santa Fe. El especialista realizó un repaso del trabajo en Conin y aseguró que la labor del equipo roza lo político pero no hacen política. “Lo que hacemos puede molestar, pero no es la intención”, aclaró Albino. Y se preguntó por qué Argentina pasó del puesto 7 al 86 en el ranking mundial.
“Es mérito propio, nos caímos porque queremos. Somos el sexto país del mundo en riquezas y el primero en relación a los recursos por población. Es sorprendente”, afirmó.
Además, el presidente de la Fundación cuestionó “por qué somos así, por qué no queremos al país y nos odiamos tanto. El país es enorme, grande, rico, pero peligrosamente vacío. Lo recorro todo permanentemente. A la mayoría de los que hablan de pobreza nunca los vi en los barrios pobres”.
También, contó que muchas veces entra a casas donde hay chicos durmiendo en un pozo tapados con perros. “No tienen abrigo, techo, ropa de cama. Se tapan con sangre caliente. Ahí, entendí por qué hay tantos perros en la pobreza. Como se tapan con perros tienen parasitosis, por consiguiente tienen anemia y no entienden nada en la escuela”, resumió el médico.
En ese marco, Albino mostró su pasión por la historia del país y por determinadas personalidades como Sarmiento, Alberdi o Vusetich. “Sarmiento trazó la política de Estado para 100 años. Hizo 1117 escuelas públicas, 400 escuelas privadas, la Escuela Naval, la Escuela Militar, la Marina Mercante, Prefectura, la subsecretaría de Agricultura, la de Ganadería, el Departamento de Trabajo, el Boletín Oficial, la Contaduría General de la Nación, el Banco Nación, el telégrafo a Europa, a Estados Unidos, a Chile, mil kilómetros de vías férreas, el Observatorio Astronómico de Córdoba —que es el primero en todo el Hemisferio Sur del planeta—, la Quinta Agronómica de Mendoza, la primera escuela de agricultura del país. Impulsó la llegada del Malbec, el Cabernet Sauvignon y el Sauvignan Blanc junto al ingeniero Pouget, un francés especialista en varietales y quien impulsó la vitivinicultura en Chile y Argentina.
Además, abrió la primera escuela de sordomudos de Latinoamérica y la primera escuela de telegrafista. Trajo el junco, el mimbre, el eucaliptus, y se fue del gobierno cinco años después a vivir con su hija Faustina porque no tenía casa. El Presidente del gobierno de más progreso, no tenía casa, no sé si soy claro”, destacó Albino.
Potencia mundial
Así, recordó su profesión de maestro normal nacional y dijo no poder creer que se odie tanto al ex Presidente. “¿Por qué a los que hicieron tanto, los tratamos tan mal? ¿Qué hicimos nosotros, por qué los criticamos tanto? Pareciera ser que es mejor no hacer”, interpeló. “Tenemos que combatir la pobreza y la ignorancia. Porque la pobreza se vende y la ignorancia se equivoca. Así llegamos al 1900. La Argentina era la séptima economía del mundo. Estanislao Zeballos, santafesino, discutía con el Presidente de los Estados Unidos quién iba a ser el primer país del mundo. Cuando el Banco de Boston decidió abrir su primera sucursal en el mundo, la abrió en Buenos Aires. Cuando la Ford resolvió expandirse, instaló sedes en París, Londres y Buenos Aires. Cuando el Rockefeller Center se comenzó a construir, el Cavanagh, ya existía (edificio histórico de Capital Federal frente a la Plaza San Martín).
Cuando la Standard Oil construyó su primer kilómetro de oleoducto, en Mendoza, mi provincia, ya existían 35 kilómetros. Cuando se inauguró el subte en Buenos Aires (1913) sólo contaban con este servicio Moscú, París, Londres y Nueva York”, resaltó el pediatra.
Y entre recitados del Martín Fierro y el Santos Vega de Rafael Obligado afirmó que “no hemos hecho argentinos a nuestros hijos. Permanentemente, estamos insistiendo en que se saquen el documento de los abuelos para irse, porque de aquí hay que irse. O a los 15 años queremos que se vayan a ver al Pato Donald. Pero ¿conocerán nuestros hijos las Cataratas del Iguazú, los Esteros del Iberá, el Cerro de los Siete Colores, el Puente del Inca, la Península de Valdéz, el Valle de la Luna, el Canal de Beagle o el Perito Moreno? Muchos conocen Europa y no conocen Argentina. ¿Por qué no queremos esto, si es un país precioso, si somos tan buena gente individualmente, no podemos serlo colectivamente? ¿Por qué no podemos querernos y nos sale tan fácil odiarnos?, preguntó al público.
También recordó a Juan Vucetich y el desarrollo de su técnica en detección de huellas dactilares. Albino aseguró que sería interesante mostrarles a los niños quienes son las grandes personas que terminan acciones, que proyectan, construyen y hacen el país. “Un niño puede hacer la diferencia y que aprenda a ser argentino y que esté orgulloso de Argentina va a poder ser después un hombre del mundo. ¿Será posible organizar algo que funcione en el país? ¿Por qué para odiarnos ponemos tanto y para querernos ponemos tan poco? ¿Hasta cuando esto? Hasta que nos demos cuenta que para un argentino, no hay nada mejor que encontrarse con otro argentino. La unión hace la fuerza”, aseguró el presidente de Conin.
Método Conin
Ya enfocado en su trabajo, explicó que siguieron el ejemplo de los japoneses tras la Segunda Guerra Mundial y buscaron a los mejores especialistas. “El mejor en desnutrición era, en ese momento, el doctor chileno Monkeberg. Y tomamos como referencia su modelo, los Centros de tratamientos de desnutridos para ponerlo en marcha en Mendoza”. A través de la investigación, su equipo sostuvo que la desnutrición es el resultado final del subdesarrollo. “De nada sirve que alimentemos a un chico y devolverlo al ambiente hostil del que proviene. A los 15 días, estamos alimentándolo de vuelta. No sirve.
Si queremos quebrar la desnutrición, tenemos que hacer un abordaje integral de la problemática social que le da origen”, detalló el médico pediatra.
Entre sus argumentos para el desarrollo están: educación nutricional, educación para la salud, lactancia materna, jardín maternal, jardín infantil, estimulación temprana, escuela de arte y oficio, programa de educación agraria, lecto-escritura para analfabetos, club y escuela de y para padres, documentación y legalización de la familia, inmunizaciones, agua corriente, agua caliente, luz eléctrica, cloacas y asistencia alimentaria complementaria. En ese sentido, reiteró que el hambre es un síntoma y la desnutrición es una enfermedad que no se resuelve en 15 minutos. “La pobreza no es la consecuencia de la mala distribución de la riqueza. Hace falta preservar el cerebro y luego educarlo”, finalizó Abel Albino y resumió los cinco grandes pasos para una gran nación: preservar el cerebro, educar, cloacas, agua corriente y caliente y red eléctrica.