Por Ana María Cecchini de Dallo
Buenos Aires y Santa Fe, con la mediación del gobernador de Córdoba Juan Bautista Bustos, convinieron, el 24 de noviembre de 1820, en la estancia de Tiburcio Benegas, a orillas del Arroyo del Medio, poner fin a la guerra.
Por Ana María Cecchini de Dallo
Al comenzar este año recordamos el bicentenario del Tratado del Pilar, un precedente novedoso de la política de pactos por ser consecuencia de la derrota de fuerzas provinciales al ejército del directorio en su propio territorio –Buenos Aires-, la que produjo su transformación en provincia y su alineamiento político con el partido federal, posicionamiento que dio origen a un proceso anárquico en su política interna, que la historiografía tradicional extendió a todo el territorio de las provincias del Río de la Plata.
En realidad, lo que ocurrió en el interior, fue la disolución de la organización en Intendencias -sistema heredado de los Borbones-, de estructuras arbitrarias que alteraron el orden colonial de los cabildos, los cuales, en 1820, retomaron su poder y jurisdicciones ahora con el nombre de Provincias. La antigua Intendencia de Córdoba del Tucumán, se dividió primero en Córdoba y Cuyo, luego, en 1820, restablecieron su autonomía Córdoba, San Juan, Mendoza, San Luis y La Rioja. En tanto que la llamada Salta del Tucumán, ese mismo año, se transformó en las provincias de Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca y Salta.
Las integrantes de la Liga Federal ya lo habían hecho con anterioridad. Corrientes asumió su autonomía en 1814, a partir de su Cabildo colonial; Entre Ríos se convirtió en provincia ese mismo año pero conformándola con un territorio que careció de Cabildo colonial, ya que había formado parte de la jurisdicción capitular de Santa Fe y esta última se declaró provincia autónoma en 1815.
La Banda Oriental del Uruguay fue ocupada en 1820 por los portugueses, y José Gervasio Artigas, al huir derrotado, buscó el apoyo de sus aliados, pero Francisco Ramírez lo enfrentó para tomar el poder en la región litoral, derrotándolo en Rincón de Ávalos en julio de 1820. Luego incorporó los territorios de Corrientes y Misiones a la República Federativa Entrerriana, convirtiéndose en su jefe supremo.
La sucesión de gobiernos en la provincia de Buenos Aires determinó el incumplimiento de lo acordado en el Tratado del Pilar, ante lo cual Estanislao López avanzó sobre ella dando lugar a una campaña con suerte variada para los contendientes. El santafesino obtuvo el triunfo en dos batallas íconos: Cañada de la Cruz, en la cual derrotó a Miguel Soler y luego el Gamonal, el 2 de septiembre, allí donde los pastos se aliaron con López y Manuel Dorrego fue derrotado.
Buenos Aires y Santa Fe, entonces, con la mediación del gobernador de Córdoba Juan Bautista Bustos, convinieron, el 24 de noviembre de 1820, en la estancia de Tiburcio Benegas, a orillas del Arroyo del Medio, poner fin a la guerra y acordaron la reunión de un congreso en Córdoba.
Buenos Aires esta vez cumplió con la indemnización prometida de 25.000 cabezas de ganado vacuno, por los daños ocasionados a la provincia de Santa Fe en las reiteradas invasiones ocurridas en el quinquenio previo, el pago fue garantizado por Juan Manuel de Rosas.
Alguna historiografía bonaerense objeta ésta indemnización, por considerar que las agresiones las habían llevado a cabo tropas "nacionales", sin embargo, en la simbiosis entre Buenos Aires y los gobiernos centrales, en especial el Directorio, radicó la justicia de responsabilizar a la –ahora-, provincia de Buenos Aires de aquellos atropellos.
Tras el pacto se abrió una instancia esperanzadora, a pesar de que, por no haberse invitado a Francisco Ramírez para la firma de este tratado, quedó una herida abierta para el posterior enfrentamiento de Santa Fe y Entre Ríos.
Buenos Aires y Santa Fe, con la mediación del gobernador de Córdoba Juan Bautista Bustos, convinieron, el 24 de noviembre de 1820, en la estancia de Tiburcio Benegas, a orillas del Arroyo del Medio, poner fin a la guerra y acordaron la reunión de un congreso en Córdoba.
Buenos Aires esta vez cumplió con la indemnización prometida de 25.000 cabezas de ganado vacuno, por los daños ocasionados a la provincia de Santa Fe en las reiteradas invasiones ocurridas en el quinquenio previo, el pago fue garantizado por Juan Manuel de Rosas.