Enrique Cruz (h)
La situación no es como otras que el presidente tuvo que afrontar en otros tiempos, pero exige de decisiones.
Enrique Cruz (h)
Vignatti ha sabido de tormentas en todo este tiempo que lleva en Colón. Esta no tiene que ver con otras mucho más duras y bravas, obviamente, pero requiere urgentes decisiones dirigenciales que modifiquen el cuadro de situación. Él, mejor que nadie, lo sabe: cuando arrancó el año, su objetivo era clasificar para la Libertadores y llegar bien alto en la Sudamericana. Para eso trajo cuatro jugadores en aquel momento (Gonzalo Escobar, Javier Correa, Alan Ruiz y Mariano González), haciendo una erogación importante de dinero por tres de ellos (se compraron parte de los pases de Escobar y Correa, más lo que significó el retorno de Alan Ruiz desde Portugal). Quería la Libertadores, Vignatti, como también se convenció que se podía pelear más la Sudamericana que la Superliga.
Ni Sudamericana, ni Superliga, ni Copa Argentina y esto de la Copa Santa Fe, que para muchos parecía un premio consuelo, pero que hubiese ahorrado todos estos disgustos. La realidad es que para esa pretendida ambición de pelear algo, Colón estuvo marginado de todo y, para colmo y más allá del esfuerzo, la dirigencia se “liga” la crítica del técnico que se fue y ahora del jugador que más goles hizo y por el que apostó dinero y expectativa para comprarlo.
El golpe de timón ahora tiene que se amplio. Desde el partido con Huracán a esta parte, se cayó la estantería del todo en Colón. Al menos, todavía en ese momento quedaba la expectativa de escalar en la Superliga y ni eso se concretó. Basta con fijarse la cantidad de hechos que se sucedieron a partir del “¡son unos cagones!” de Domínguez y el increíble partido que Huracán le dio vuelta con un jugador menos en el Tomás Ducó.
Es verdad que la situación dista de otras mucho más apremiantes y angustiantes. Pero Colón necesita hoy que se tomen decisiones futbolísticas trascendentes en todo aspecto, porque en el fútbol profesional se ha producido un fuerte cimbronazo y hay que reencauzar urgente la situación y también porque hay versiones y malestares internos, en el fútbol amateur, que no son un buen síntoma en ese afán permanente de crecimiento que debe tenerse en divisiones inferiores, que es el lugar que muchas veces aparece como el más desprotegido y el que verdaderamente marca el proyecto de crecimiento y empuje que debe tener un club que practica fútbol profesional.
En la comisión directiva de Vignatti hay gente de trayectoria y experiencia, empezando por el mismo presidente. Esteban Fuertes llegó al club para dar una mano, pero los jugadores no supieron responderle desde el principio. No se dio ese cambio que tantas veces -o casi siempre- se da cuando un técnico se va y llega otro, aunque se sepa que su paso será interino (aunque luego pueda continuar en el club si es que Vignatti le da el puesto que anunció y le prometió: secretario deportivo).
Fuertes vio, desde el banco y sin tiempo de trabajo, la descomposición futbolística que llevó a este equipo a perder sin ninguna objeción y recibiendo seis goles ante un equipo de dos categorías inferiores y semiprofesional. Y de paso, un jugador (Correa) “ninguneó” el torneo, al rival y a esa obligación que tiene el profesional de ser eso, un profesional en dar todo de sí siempre, cada vez que se ponga la camiseta del club que lo contrata y que le paga para jugar lo mejor posible y ganar todo lo que se pueda, desde un amistoso hasta un partido ante el mejor equipo del mundo.
Desde su vuelta al club, Vignatti tuvo que capear un solo “minitemporal” futbolístico, que fue la renuncia de Montero a seis meses de su contratación. Trajo a Domínguez y dos refuerzos que acomodaron rápidamente el equipo. El mejor momento se vivió a mediados del año pasado, con el equipo clasificado a la Sudamericana cuando el objetivo planteado un año antes, era el de mantener la categoría. Desde allí, se dio un proceso que fue mermando el potencial del equipo. Aún con un “logro” relativo (la clasificación para la Sudamericana del año que viene, con la ayuda de otros resultados y cuando el objetivo era la Libertadores), este plantel tiene menos como potencial futbolístico, que el que Colón disponía a mediados del año pasado.
Por lo menos, eso es lo que demuestra en la cancha, en los hechos. Esto desemboca en el concepto que da el título a esta nota: Vignatti atraviesa hoy su hora más complicada. No es como otras, pero exige decisiones.