Por Raúl Emilio Acosta | El Litoral
El invento y la alquimia parten de un supuesto numérico. El 38% de los votos reales (quitada la suma total y trabajando sobre votos emitidos) aseguraría, en un escenario de tercios, la gobernación. Frentes, alianzas, rejuntes sirven para eso.
Por Raúl Emilio Acosta | El Litoral
Desde el sur de la provincia a los inventos y a las alquimias (el viejo sueño de convertir el plomo en oro lo lograron Los Monos, verdaderos alquimistas, a quienes un colega de este medio ha desenmascarado con rigor y riesgos evidentes, me refiero a Germán de los Santos y su libro) a las alquimias, decía, las resolvemos primero los periodistas; algunos con más o menos pelos en la lengua. Todos puestos en un sitio, no hay periodistas colgados del aire, como “el clavel del aire”, esa planta de orquídea mínima, popularizada en un tango.
El invento y la alquimia parten de un supuesto numérico. El 38% de los votos reales (quitada la suma total y trabajando sobre votos emitidos) aseguraría, en un escenario de tercios, la gobernación. Frentes, alianzas, rejuntes sirven para eso. Y cualquier cartonero de la política sostiene que su 4% ayudaría a ese número mágico. Aclaremos, no es tan mágico. Insistamos, si se depende de un 4% de los cartoneros se logrará un gobierno... de cartoneros.
Oferta para rechazar
El grupo integrado por Carlos Del Frade, Rubén Giustiniani, los chicos de “Ciudad Futura” (allí Juan, el hijo del arquitecto socialista Monteverde junto a su pareja, Caren, la hija del santotomesino Tepp y otros componentes de una estudiantina romántica, muy setentista atrasada) con más la hermana del asesinado “pocho” Lepratti, la joven Celeste Lepratti, sostienen que, acompañando a una candidata peronista en un frente, derrotarían al socialismo e interpretarían el sentimiento popular de rechazo a la política tradicional.
Dejemos de lado el “estilo Corleone” de la oferta. Ningún peronista votaría a quien es, de modo manifiesto, antiperonista. Sería un “contranatura” muy evidente. Ni Corleone lo lograría. Punto clave es este: la conformación de un frente... Sin internas partidarias, un frente aseguraría a estos muchachos la continuidad en una banca que, de otro modo, debe ir a una competencia directa que asusta, asusta y aleja.
Puestos en el punto de participar dentro de una interna peronista, acompañando a una candidata, la oferta se diluye, enmascara, disimula. Pasan desapercibidos. Disparan. Llevan a que se piense lo siguiente: un canto de sirena para atar a “LA” Ulises a un barco que la aleje no ya de la tentación, sino de la unidad peronista, porque hay algo evidente: Perotti, con más la arquitecta Bielsa, con más el sector Rossi contenido, da una suma interesante que, proyectada, aseguraría el triunfo. La oposición se asustó con una foto. Con una sola foto se asustó al punto de largar “operación trolls” contra Perotti. Y ofertas varias.
La unidad asusta al gobierno. El socialismo no quiere esa unidad peronista y lo manifiesta como puede. Esto aflige a muchos. Acaso entre los afligidos está el motor que trae un límite. Por donde entre un grupo que representa el 5% posible de los votos (la generosidad periodística es evidente) es por el sitio donde se irán mas del 15 % de votos peronistas, absolutamente refractarios a sectores de izquierda bullangueros y poco afectos a las disciplinas partidarias... De allí su soledad. La re pregunta es sencilla. ¿Vienen a sumar o su presencia quita y cambia el límite de lo posible...? Busatto y Cleri esperan. Son sectores del peronismo que sumarían. Piden una interna. Una interna volvería cartoncitos a los mencionados sectores extraños al peronismo basal. Dignos representantes de sus muy dignas minorías.
Oferta fin de temporada
En el sur hay un problema numérico para el oficialismo. La intención de voto de Roberto Miguel Lifschitz supera el 40%. La de Mónica Fein alcanza el 20%. No hay números que superen a estos dos ejecutivos. El Gobernador deshoja una margarita rarísima. Diputado provincial, Diputado nacional, referente sin cargo, último Gobernador Socialista, hacedor de una entente para sostener radicales díscolos comandados por Felipe Michlig, parte de una fórmula nacional con Margarita Stolbizer, pulmón que ponga el aliento necesario, muy necesario, para la candidatura a Gobernador de Antonio Bonfatti... y además gobernar. Convivir con José Corral, intendente santafesino con legítimas aspiraciones a gobernar la provincia. Mantener en carrera a Emilio Jatón. Con alianzas territoriales, peleas mediáticas con el gobierno nacional, y lo básico: “Miguel, qué hacemos...” en tono imperativo y/o plañidero lo preguntan todos en el sur.
La intendencia de Rosario está en liquidación por fin de temporada.
No competiría Mónica Fein. Los nombres de la más reciente fumata están en este orden: Varónica Irízar. Leonardo Caruana. Pablo Javkin. Enriquito Estévez Boero. Miguel Cappiello. Anotación indispensable. En las reuniones socialistas Javkin no participa. En los números y planes es el que más se acerca a un 10% de piso. La Fein senadora departamental (un sueldazo), la Fein primera en la lista de diputados provinciales, la Fein a la lista de Diputados nacionales. Difícil cuestión. Dónde sumaría algún votito extra al desierto del socialismo rosarino... allí la mandarán. No es ella quien decide. Es el partido. El partido que decidió, hace dos años, por Contigiani (Já).
¿Cuál es el límite del socialismo? El peronismo parece que debe soportar que quieran partirlo, metiendo por este lado un porcentaje chiquito, tratando de romper lo que asusta: la unidad. En el socialismo la inversa. Metamos peronistas, radicales, lo que sea para conservar el bastión sureño que hoy, por hoy, está perdido porque ganaría Roy López Molina y sus alianzas de PRO Cambiemos y algunos peronistas. Desde la mención de Alejandrito Grandinetti (caso rarísimo, en tres parroquias ha dicho presente pero nadie puede silbar y comer bizcochos o tocar las campanas y estar en la procesión. Los socialistas no lo descartan.
Si no lo ganase el PRO Cambiemos (parece que apostarían económicamente más al sur que a la provincia) el peronismo sueña que puede ser. Javkin dice soy el único que mide. Todos saben que Lifschitz algunas cosas decide y que Bonfatti precisa que alguien le sume votos y no problemas que se agreguen a los propios.
A diferencia del peronismo, algo tan masivo, tan aluvional que acepta a casi todos y cuyo límite es no traer a los que restan, en el socialismo el que manda es Borges. Deberían unirse pero no por amor. Con los números reales (no los dibujados para operaciones mediáticas) la ciudad está perdida. Dos agrupaciones estudiantiles rosarinas en 1983, un mínimo boleto socialista en 1985, un crecimiento en base a pocos nombres, de una ciudad a una provincia. Hoy enfrentados a la pregunta: ¿pasamos el límite? El 8 de febrero de 2019 comienzan las primeras señales, que terminan con las últimas incertidumbres.