Juan José Sagardía
Juan José Sagardía
jsagardia@jerarquicos.com
Nuestro país en el año 2018 es eso, un agujero negro.
De la noche a la mañana se desata una hecatombe económica. Si nos retrotraemos a los últimos cincuenta años, registramos varias crisis, que siempre son “la última”, pero que en la sumatoria devaluaron nuestro peso sacándole doce ceros. Esto significa que quienes nos gobernaron nunca lograron gastar solamente lo que se produce.
¿Es necesario que tengamos que firmar acuerdos internacionales para que nos indiquen “muchachos deben lograr que los ingresos (impuestos) sean superiores a los gastos”?
Que increíble que perdamos el tiempo discutiendo si el FMI nos conviene o no. Nosotros no tenemos cara, pedimos créditos al exterior mientras los argentinos con mayor ingreso tienen su dinero depositado en el exterior, sumas totales mayores a la deuda que solicitamos. Claro, somos argentinos.
No podemos negar el origen del FMI. Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, o sea hace setenta años, los países victoriosos resolvieron no invadir más a los países con tanques, sino que lo harían a través de la economía. Y esta es la lamentable realidad.
Lógicamente es nuestra propia conducta histórica de gastos, de dádivas, sin importar si tenemos ingresos acordes para afrontar dichos gastos, lo que nos lleva a estas permanentes crisis. La respuesta de nuestros gloriosos gobernantes siempre es parecida, crear impuestos, más impuestos para solventar los subsidios políticos. Escupimos para arriba, le otorgamos subsidios a todo lo que se nos ocurra, lo que invariablemente nos lleva a tener déficit crónico.
Hace rato dejamos de cumplir el mandato bíblico de llevar a la mesa el producto de nuestro trabajo, de nuestro propio esfuerzo.
Se debe determinar el concepto de subsidio: es corrupción, elimina la inventiva, genera dependencia, resentimiento y violencia... luego hablamos de pobreza.
Hoy el gobierno unitario nacional está cortando los subsidios y de ese modo afecta gran cantidad de intereses empresariales, de la pobreza, de los gobernadores, de los intendentes, todos prendidos de los impuestos y subsidios.
Las empresas al tener que abonar el valor real de los servicios, reclaman la disminución de los impuestos que fueron creados para otorgar esos subsidios.
La lógica de la ecuación económica es que si se establecen valores reales de los servicios, se disminuyan los impuestos, es tan difícil tener racionalidad para resolver esta situación. Pero es difícil porque cada vez se necesita más dinero para gobernar, nadie habla de reducir los gastos, por ello los gobiernos que nos administran transforman al Estado en un agujero negro. Nunca damos abasto, siempre gastamos un poco más y es lógico que los empresarios, los comerciantes, los asalariados y los jubilados nos veamos afectados en todo el sentido económico. Cuando aumentan los servicios y los impuestos son los mismos los que pagan, y ahora quieren ampliar más impuestos.
Así no hay pueblo que aguante, quienes deben hacer un sacrificio, los que deben llevar adelante una economía ordenada son los que gobiernan. Dejen de fabricar billetes porque tiene efectos inflacionarios. Sean austeros y si no hay plata en la caja, dejen de pagar los subsidios, sueldos importantes a la Justicia, a la Política y a toda la Administración. La crisis y el ajuste no sólo deben ser para los que producen, también debe ser para los Estados. Tenemos Estados ricos con el pueblo en decadencia. Esto es solamente responsabilidad de los que gobiernan, sean del color que sean.
Como ha sucedido en los últimos cincuenta años, la sociedad -que no tiene otra posibilidad- va a volver a achicar sus gastos, pero la realidad es que hoy más del treinta por ciento de los ciudadanos se encuentran por debajo del nivel de pobreza.
Lo real es que los veinticuatro gobernadores, las 2164 localidades del país con sus intendentes y el gobierno nacional (con excepción de algún porcentaje de gobiernos pobres, no todas las localidades son ricas), parecen herederos de las joyas de la abuela. Gastan sin parar y parece que no tienen idea de cómo se gana el dinero.
Algún día todos los que gobiernan lo podrán hacer con austeridad. Si no hay ingresos, no fabriquen billetes para cubrir los gastos. Como en cada casa, si no hay, no se gasta, se reducen las compras en el supermercado, en ropa, en salud, en educación.
Fabricar billetes fuera de las normas debería ser un delito.
Se deben reducir impuestos, es la consecuencia de restablecer los valores de los servicios, se logra una compensación y permite la continuidad de la producción.
Dijo el Papa Francisco, no sean untuosos, ni suntuosos, ni presuntuosos.
No queremos entender que el sol no se tapa con las manos, si se gasta más de lo que ingresa, siempre seremos un pueblo en crisis.
Señores políticos, en función de administrar los bienes del Estado, achiquen la boca al poncho o achiquen el agujero negro.