Por Dra. Isabel Molinas
Por Dra. Isabel Molinas
Profesora, investigadora, gestora cultural y autora de textos críticos sobre arte y educación.
Mucho se ha debatido sobre el nombre y el montaje de la actual exposición patrimonial del Museo Rosa Galisteo de Rodríguez de Santa Fe. Visité la muestra en varias ocasiones y seguí de cerca las actividades previstas durante su desarrollo: charlas, talleres, proyecciones y recorridos guiados hacen que la propuesta se mantenga activa, se expanda e involucre a públicos diversos. El eje está puesto en la importancia de facilitar el acceso a la colección y en la productividad del espacio compartido, antes que en la selección de obras y en el discurso de la crítica.
Cuando ingresamos al museo, un pizarrón escrito con tizas de colores presenta los objetivos de la propuesta: democratizar y visibilizar el patrimonio. El recurso me sorprende y recuerdo las pizarras de Magritte: su vocación didáctica junto a la advertencia sobre la inestabilidad de todo discurso. En el mismo espacio, otra pizarra organiza las visitas del mes, una pantalla móvil informa sobre lo expuesto en cada sala y, en un tercer panel, se muestra el trabajo de archivo, el estado de las obras y las acciones de resguardo y conservación. Me detengo a leer los mensajes de quienes ya visitaron la exposición y uno de ellos concentra mi atención: “Museo más que tomado, museo mío, libre, tan libre que asusta”.
Sabemos que las decisiones estéticas son siempre decisiones políticas. Cuando el arte impregna una experiencia, lo vivido adquiere una dimensión poética transformadora. Quizás éste sea el motivo por el cual la exposición genera reacciones contrapuestas: en el reparto de lo sensible no hay verdades absolutas. Y es en esa proximidad en la que conviven, por ejemplo, un retrato de Maruja Mallo con una composición de Juan del Prete, donde se origina la distancia que nos acerca o nos aleja de las obras.
De la mano de Cortázar
La imagen del museo tomado también puede pensarse desde la metáfora del cuento “Casa tomada” de Julio Cortázar. Desde esta perspectiva, la cita literaria da origen a una acción poética que se nutre de la vida cotidiana del museo. La asociación es directa: el Rosa como una gran casa, espaciosa y antigua, que guarda los recuerdos de la familia. Más de dos mil quinientas obras que comienzan a salir de la reserva técnica y van cubriendo las paredes del museo con una sintaxis caprichosa y fragmentada. Decenas de esculturas que lideradas por una talla de Casals irrumpen en la Sala San Martín y avanzan hacia el sur en un orden no menos aleatorio. Como conocemos el final de la historia podemos prefigurar, en unos meses, la imagen de un museo literalmente ocupado por cientos de obras cuya conversación movilizará nuevos relatos.
La exposición incluye estrategias que proporcionan información sobre los trabajos exhibidos y sobre el montaje. La incorporación de códigos QR y la predispuesta atención del personal de sala permiten reponer los datos de tantas obras que nos interpelan. La leyenda “Soy Museo” en las remeras de los jóvenes que nos acompañan en la visita moviliza una serie de asociaciones: desde la metáfora futbolera que resalta la importancia de “ponerse la camiseta” hasta la clave gramatical que explica la puesta en valor de un programa museístico en el que la acción del Rosa se conjuga en primera persona.
Durante el recorrido, observamos un óleo de Benito Quinquela Martín junto a una obra del santafesino Julio César Botta. En tiempos del pintor de La Boca, figuración y abstracción podían ser mutuamente excluyentes. En tiempos de Botta, habilitaban una clase magistral sobre historia del arte argentino. En el presente, son una oportunidad maravillosa para re-visitar la colección e imaginar nuevos guiones curatoriales. Porque el conjunto de obras expuestas construye sentido cuando miramos el museo desde diferentes perspectivas, cuando preguntamos y nos emocionamos, convencidos del poder transformador de las artes, en plural y animadas, como en esta oportunidad, por el célebre cuento de un escritor que amamos.
🖌 Sobre Arte Expandido
Arte Expandido es el espacio de opinión de la Dra. Isabel Molinas en la que se narran relatos sobre arte contemporáneo, gestión cultural y curaduría. Encontrala todas las semanas en El Litoral.