José E. Bordón
Una de las incógnitas que aún Santa Fe no puede descifrar es lo que ocurrirá con su economía en lo que resta del año y su proyección para 2017. No son datos fáciles de presumir ante la realidad que vivimos. Además, hay elementos para incorporar al análisis: cambio de gobierno nacional a fines del año pasado, cambio de política económica global (fin del cepo, devaluación, etc.). Pero el primer dato que resalta parece alentador: la actividad económica en la provincia cayó levemente en junio pasado pero muestra un crecimiento general en el primer semestre de este año. El Índice Sintético de Actividad Económica de Santa Fe, difundido por el Instituto Provincial de Estadísticas y Censos, destacó que en junio la actividad cayó, con respecto a mayo (0,4 por ciento). Pero durante la primera mitad del año en curso se logró un crecimiento de la actividad económica de un 2,5 por ciento promedio.
Si uno busca las razones, rápido aparecen. Por ejemplo: el valor acumulado positivo entre enero y junio responde al fuerte impulso del complejo oleaginoso. Tanto la liquidación de soja por la reducción de las retenciones como la eliminación de las retenciones al girasol, fomentaron un aumento en la molienda y afectaron positivamente las variables de consumo de gas, gasoil y energía eléctrica. Es importante destacar que el aumento de la molienda tuvo como correlato una suba del volumen de exportación del aceite de soja (44,4%), del aceite de girasol (3.715,4%) y del biodiésel (159,3%) en el período enero a abril del corriente, tratándose de productos entre los 10 principales comercializados por Santa Fe al exterior.
Otro aspecto relevante: las series de recaudación real de Ingresos Brutos y de Consumo de Energía Eléctrica reciben una ponderación de alrededor del 30 por ciento, y le siguen en orden de importancia la venta de autos con un peso del 15%. Pero hay otros elementos que no pueden soslayarse y que reflejan cómo marcha la economía santafesina. La baja del consumo, sumado a los incrementos de los alquileres, determinó que en lo que va del año, por ejemplo, en Rosario cerraran 400 negocios, casi un 30% del total de los locales instalados en el macrocentro. Por otras cuestiones, y en igual período, en esta capital cerraron 30 locales comerciales ubicados sobre avenida Rivadavia.
No se puede ocultar que el año no comenzó bien para todos los componentes de la economía provincial. La devaluación fue un disparador que alteró costos y siguió arrastrando industrias base que todavía no pueden recuperarse. El mejor ejemplo es la industria automotriz, que arrastró a la autopartista, donde hubo suspensiones y despidos de mano de obra. La crisis simultánea de la economía brasileña impide aún una corrección de tales parámetros. Sólo hubo en las últimas semanas una progresiva recuperación de los fabricantes de maquinarias agrícolas.
A pesar de todo, la segunda plaza exportadora de la Argentina sigue siendo Rosario, por sobre Córdoba y sólo superada por Buenos Aires. Entre las tres suman anualmente 56.787 millones de dólares (70% del total de las exportaciones argentinas). Sin embargo, hay asignaturas pendientes. El caso más complejo sigue siendo la lechería. Según el secretario de Agricultura de la provincia, Marcelo Bargellini, hacen falta .000 millones para recuperar el sector. Es la inversión necesaria en caminos, planteles, pasturas, verdeos e infraestructura. Las inundaciones de este año significaron una baja del 75% de la producción. Pensando en la recuperación, se debe decir que en Santa Fe hay 4.000 tambos con 500.000 vacas lecheras. El dato relevante es que como consecuencia de las inclemencias del tiempo, a Santa Fe no ingresaron 2.500 millones de dólares provenientes de actividades agropecuarias, tanto de la comercialización de granos como de las producciones de carne y leche. El tiempo dirá cuánto habrá que esperar para comenzar a observar la ansiada recuperación.