Agustina Mai
La asociación “Déjame entrar” diseñó carteles y folletos que fueron repartidos en consultorios pediátricos para que los padres estén atentos.
Agustina Mai
“La demora en la detección del trastorno del espectro autista (TEA) tiene que ver con varias cuestiones: si uno es padre primerizo y no tiene otros niños cerca puede ser difícil darse cuenta de que algo no anda bien. Además, hay una cuota de negación, de no querer darse cuenta del problema. Si el pediatra tampoco está atento, se le pueden pasar por alto algunos indicios. En ese sentido, los profesionales más jóvenes están más pendientes de las señales que indican un correcto desarrollo”, explicó Soledad Melgarejo, presidenta de la asociación de padres y familiares de personas con TEA “Déjame entrar”.
Por eso, los padres que conforman esta institución lanzaron la campaña “Señales de alerta”. Asesorados por profesionales especializados en la temática, diseñaron afiches y folletos con los indicios que permiten sospechar algún trastorno del espectro autista. Durante agosto, este material fue repartido en consultorios pediátricos públicos y privados. Así, las salas de espera de los hospitales Alassia, Cullen, Iturraspe, Mira y López y Protomédico; de los centros de salud de distintos barrios y de clínicas privadas se convirtieron en aliadas para concientizar a los padres. “El objetivo es que, mientras esperan, los papás puedan leer los carteles y si encuentran alguna de esas señales en sus hijos, hagan la consulta”, comentó Melgarejo.
Cuanto antes, mejor
La campaña también se difundió a través de las redes sociales (Facebook y Twitter) y culminó con una volanteada en la costanera. Pero desde “Déjame entrar” quieren continuar con la difusión en los Centros de Acción Familiar (CAF) y consultorios privados. “La detección temprana es fundamental. Hasta los 6 años es la mejor edad para trabajar con las terapias y tratamientos por la neuroplasticidad del cerebro. En nuestro caso, cuando le detectamos TEA a mi hijo mayor, paramos las antenas con mi nena más chica. Entonces a ella se lo detectamos mucho antes y eso nos permitió trabajarlo desde muy temprano. Hoy, Paulina tiene 5 años, habla de corrido y va a una escuela común”, contó la presidenta de la ONG.
Finalmente, Déjame entrar tiene como proyecto brindar asistencia a las personas sin obra social o sin posibilidad de pagar los tratamientos en forma particular. “En el ámbito público, el único lugar donde hay profesionales que atienden TEA es en el Hospital de Niños, pero están desbordados. Hay chicos en lista de espera o las sesiones son sólo una vez al mes. Nosotros contamos con profesionales especializados en la temática; sólo nos está faltando un lugar físico para poder brindar los tratamientos”, concluyó Melgarejo.
Señales de alerta
— No miran fijamente a los ojos (parece una mirada al vacío).
— Suelen adquirir el habla y, después de un tiempo, perderla.
— Pueden realizar movimientos repetitivos (balancearse, aletear o mover las manos, etc.).
— Juegan solos o no comprenden los juegos grupales.
— No responden cuando se los llama por su nombre.
— Tienen cambios repentinos de humor (berrinches o risas persistentes y sin motivo aparente).
— Son muy sensibles a los ruidos estruendosos.
— Usan los juguetes como cosas y no con su real objetivo (alinean los autos y sólo les interesa girar sus ruedas).
— No sienten miedo ante peligros reales.
— Pueden ser muy hiperactivos o muy pasivos.
Contacto
Para comunicarse con la asociación “Déjame entrar” a través de https://www.facebook.com/dejameentrar.tgd/, @dejameTgd o al (0342) 154-456045.