Enrique Cruz (h)
“Por favor, hacele una nota enorme, ese Negro se la merece”, pedía Luis Sauco esta mañana. Pensar que uno (Sauco) es un ícono enorme de Unión —caudillo del campeón que ascendió hace 50 años— y el otro estuvo siempre tremendamente identificado con Colón. Pero la sangre charrúa los acercó siempre. Y el cariño que se profesaban mutuamente. “Llámenlo a Luis, ¿por qué no está Luis acá?”, dicen que repetía el Negro Ramón Moreyra en sus últimos momentos de vida, hasta que su corazón dijo basta y dejó este vacío enorme e imposible de llenar.
Llegó a Colón en 1966, jugó en Primera y después pasó a Los Andes y posteriormente a Deportivo Español, donde fue dirigido por otro hombre inolvidable en el recuerdo de los sabaleros: el Gitano Juárez. Una vez alejado del fútbol trabajó en varias escuelitas y llevó chicos a probarse a Lanús y a Gimnasia, entre otros equipos. Muchos también lo recuerdan cuando pateó penales con Antonio Vanrell, cuando se hizo la presentación de aquel equipo de figuras que armó Colón en la temporada 88-89.
“Yo jugaba de ‘5' y pegaba patadas como cable pelado... Otra cosa no sabía, entonces tenía que ir al frente. Sanitá y otros muchachos me decían: “Moreyra, ¡dale, eh!...”. Y me peleaba en todas las canchas... Guillermo Nimo me llevaba loco, me echaba siempre... Un día en cancha de Gimnasia, en La Plata, me echó. Entonces, le dije: “¡Eh, me estás echando otra vez!” y me contestó: “No te tendría que echar, te tendría que meter preso”... Cuando me dirigía, seguro que iba para afuera. Antes de empezar el partido, me decía: “Te portás bien o a la primera te rajo”, contó el Negro en una entrevista que hizo con El Litoral hace un tiempito atrás.
El Negro debutó en Primera ante Estudiantes, en marzo de 1966. Ese día, ante el equipo que ya dirigía Zubeldía y que se encaminaba a lograr lo que luego consiguió (torneos locales, Copa Libertadores y campeón del mundo), Colón logró su primer punto y el Negro estuvo presente.
Ahora, desde el cielo, el Negro Moreyra seguirá sufriendo y festejando goles de Colón con sus amigos Raúl Cardozo y Jorge Sanitá, al que él lo resumía en un solo calificativo: “el Mariscal”. Su adiós derrama lágrimas en muchos sabaleros que lo vieron en la cancha y en los que disfrutaron de su bondad, buen humor y ocurrencias en la vida.
análisis por Luis Sauco (x) Lloré como un chico