Danilo Chiapello
Es lo que hicieron unos delincuentes en una vivienda de San Jerónimo al 4300, cuyos propietarios estaban de viaje. Sólo se llevaron alhajas de oro.
Danilo Chiapello
Fue algo más que maldad lo que pasó este fin de semana en una vivienda de barrio Fomento 9 de Julio.
Y lo ocurrido dejó sus huellas en el ánimo de Marita (la dueña de casa), quien todavía esta mañana se quebraba en llanto al recordar algunos detalles.
De aspecto frágil, la mujer contó que llegó al barrio hace ya más de 30 años cuando, recién casada, se instaló en una vivienda de San Jerónimo al 4300, casi esquina con Córdoba.
Durante todo ese tiempo, el proyecto familiar se desarrolló sin mayores sobresaltos, con las alegrías y tristezas propias de la vida.
Pero el tren de la desdicha se detuvo este sábado en el domicilio de Marita, donde se consumó una acción delictiva cargada de odio.
De viaje
El sábado al mediodía, Marita junto a su esposo y unos de sus hijos salieron de la casa para concretar un viaje. “Era un paseo que lo teníamos programado de antemano”, dijo la mujer a El Litoral.
Pero apenas unas horas después, la pesadilla comenzó a descubrirse.
En la tardecita de ese sábado, otro de los hijos de la familia acudió hasta la vivienda de San Jerónimo al 4300 para verificar que todo estuviese tranquilo.
Apenas ingresó al inmueble, la situación parecía normal. Sin embargo segundos después constató que la cerradura de una puerta, que comunica con un patio, estaba violentada. Ya sospechando lo peor, el joven recorrió algunos metros y advirtió que la ventana de un dormitorio también estaba violentada.
Cortaron la ropa
“Lo que pasó fue tremendo”, comentó hoy Marita. “El cuarto estaba absolutamente dado vuelta y el caos era total.
“Rompieron cajones, tiraron todo al suelo. Me destrozaron un secreter. Actuaron con mucha ira. Hasta me abrieron con cuchillos el interior de algunas prendas, cortaron los bolsillos. Y para terminar orinaron encima de la ropa”.
Más adelante la mujer precisó que los ladrones desestimaron sumar a su botín otros objetos de valor. “En mi cuarto había un plasma que dejaron. Tampoco se llevaron electrodomésticos ni una computadora que había en otra dependencia”.
Finalmente “se llevaron varias alhajas de oro que sólo tienen un alto valor emotivo para mí, porque son recuerdos de mi madre”, comentó la mujer entre lágrimas.
“Actuaron con llamativa tranquilidad y eso me mueve a sospechas. Esto ocurrió en un horario no habitual, a la siesta o en plena tarde. No sé si buscaban algo en concreto o si esto fue un mensaje”, culminó.