José Curiotto
José Curiotto
La relación entre el socialismo santafesino y Cambiemos parece estar atravesando un momento particularmente sensible. Por un lado, el gobernador Miguel Lifschitz y el jefe de Gabinete, Marcos Peña, coincidieron en la necesidad de poner en marcha una suerte de “operativo distensión” en el vínculo de ambos sectores que, durante los últimos ocho meses, atravesó por momentos realmente tensos.
Pero mientras esto sucede, el problema de la inseguridad se convierte en un verdadero escollo y presenta desafíos difíciles de superar. En las últimas horas, se produjo una reunión clave entre Lifschitz y la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich.
Si alguien pensaba que la delegación santafesina saldría de la reunión con un anuncio definitivo sobre la llegada de 3.000 gendarmes a la provincia, se equivocó.
No sólo será necesario establecer acuerdos sobre cómo implementar un verdadero plan de seguridad entre la Nación y la Provincia, sino que además deberán consensuar de qué manera se tomarán las decisiones en el terreno. Dicho en otras palabras, si prevalecerá la visión de las fuerzas federales, de las provinciales o si se logrará implementar un comando conjunto que realmente funcione. Mientras estos lineamientos no hayan sido establecidos, no habrá más gendarmes.
Algunas fuentes consultadas describen la situación con mayor crudeza. Según ellas, el gobierno nacional está absolutamente convencido de que la Policía de Santa Fe representa gran parte del problema de la inseguridad en la provincia. Y, por ese motivo, plantea la necesidad de que sean las fuerzas federales las que comanden las políticas tendientes a enfrentar al delito organizado. Este escenario representaría, en la práctica, una suerte de intervención federal sobre la policía santafesina.
En el acto de asunción de la nueva cúpula policial, Lifschitz pareció referirse al tema: “No vamos a resignar el lugar que le corresponde a la Policía... Les hablo como gobernador, pero también como un integrante más de la fuerza; me pongo en su lugar. Entiendo sus demandas y entiendo su indignación cuando reciben críticas infundadas”.
¿Se trató de un adelanto del rechazo de Santa Fe a la intención nacional o fue un discurso dirigido al interior de las fuerzas por parte de un gobernador obligado a realizar delicados equilibrios?
Lo importante, en todo caso, es que se adopten las medidas necesarias para que los santafesinos puedan vivir en paz. Y que, en materia política, se produzca un verdadero acercamiento entre Santa Fe y la Nación.
Desde un principio, Lifschitz no sólo ha dado muestras de ser un hombre de acción, sino también de consenso.